Datano de la época de la administración musulmana, en 1236 el rey Teobaldo I concedió facultad al concejo de Miranda para hacer un
regadío a provecho de los vecinos y del rey, mandando que si alguno de ellos reclamase daños en la ejecución de la obra, se determinase a juicio de cinco hombres buenos de
Artajona y
Falces: car. 3, f. 273. En 1263 cedió el
pueblo -clérigos, labradores y concejo- el patronato de su
iglesia en favor del rey:
Carlos III de
Navarra autorizó un nuevo trazado de regadío en 1413. Noticias
diversas. En 1276 Martín Roiz de Aibar, merino, presta
homenaje a la
reina Juana en la persona de Imberto de Belpuch, condestable de
Francia, por los
castillos de Miranda,
Cárcar,
Andosilla, Ablitas, Lestaca y Peñaflor. En 1290 el concejo de Miranda confirma la cesión que había hecho a Teobaldo II, en 1263, del derecho de patronato de la iglesia de
San Benito, de dicha
villa. En 1213 Felipe el Luengo presenta a Simón Aubert, su procurador en Navarra, para la rectoría de la iglesia de Miranda, vacante por defunción de Martín Iñiguez de Urras. En 1320 Felipe el Luengo hace donación de los patronatos de las
iglesias de
Lerín, Miranda,
Peralta, Cáseda, Cirauqui, Baigorri, Sesma, Villatuerta y Villamayor al obispo y capítulo de
Santa María de Pamplona. En 1322 Simón Aubert, rector de la iglesia de Miranda, visto el mal estado económico de dicha iglesia, arrienda los diezmos,
procesiones, rentas y provechos de aquélla, por
tiempo de diez años a
Miguel Pérez de Bernosa, canónigo de Calahorra y vicario de
Olite, y a Miguel Jiménez de Sangüesa,
antiguo canónigo de Tudela y rector de la
iglesia de Cárcar. El 18 de septiembre 1331 Felipe de Évreux y Juana confirman la donación hecha por Felipe el Luengo al obispo y capítulo de Pamplona del patronato de las iglesias de Lerín, Miranda, Peralta, Cáseda, Cirauqui, Baigorri, Sesma, Villatuerta y Villamayor.
En 1379 cayó en poder de los castellanos en el transcurso de la guerra entre Carlos II "El Malo" y Enrique II de Castilla. El Tratado de Briones firmado a continuación estipuló que Miranda, junto con otras localidades y
castillo, permaneciera durante diez años en poder extranjero. En 1387 perdonó el rey a dicho pueblo la parte que le correspondía pagar en la ayuda de 30.000 florines, excepto 6 florines; porque no habían quedado sino tres vecinos residentes, huyendo los demás a otros lugares a causa de la gran seca y de que la gente de
armas francesa, a su paso para Castilla, se alojó allí tres días, "et les bebieron el poco vino que habian, et les estruyeron quanto tenían en lures
casas".
El
escudo fue concedido el 21 de
febrero de 1512 por los
reyes de Navarra, Juan de Labrit y Catalina de Foix mediante un documento expedido en Tudela en el que manifestaban:
"... e por cuanto en tipos pasados ellos mismo con su fidelitat y esfuerzo ganaron el castillo de la dicha villa, estando agenado y ocupado en manos de castellanos, porque es razón las armas e insignias tengan de aquello en que virtuosamente en servicio de la corona se executamos, les damos por privilegio especial o libertad por armas hun castillo de oro en
campo de gules, para que assi, concejalmente et singularmente puedan tener et llebar e de ellas se puedan honrar y aprovechar a perpetuo...".
Fueros de Miranda. Sancho el
Fuerte de Navarra le otorgó en octubre de 1208 (Lacarra: Notas para..., 1933 p. 271) los primeros Fueros según los cuales los habitantes de Miranda debían pechar cada año 4.200 sueldos de la moneda que corriese, los 3.000 para el ricohombre que tuviese la honor por la mano del rey, a razón de 10 caberías, y los 1.200 para el rey; que cada vecino pechase según su poder en heredad y mueble; que no pechasen novena, carnal, ni cena ni otra cosa, excepto los homicidios y calonias; que no fuesen a labor del rey; que no tuviesen otro señor, ni prestamero, sino al ricohombre que tuviese la villa por mano del rey; que el
ejército fuese uno de cada
casa y el apellido todos los que pudiesen tomar armas; y que los que tuviesen
caballo, escudo y capillo de hierro, no recibiesen huéspedes en sus casas contra su voluntad. La villa estuvo también, junto con Artajona,
Mendigorría y
Larraga, comprendida en los Fueros de la Novenera descubiertos en 1933 por Gunar Tilander.