El rey Sancho de Peñalén donó en 1704 al
monasterio de Irache las rentas de sus mezquinos en el lugar y derechos sobre su
iglesia de
San Salvador. Dos años más tarde, el abad de Irache recibió en permuta del de
San Juan de la Peña una herencia en la
villa.
El noble García Almoravid disfrutó de rentas de collazos del lugar hasta que le fueron confiscadas por la Corona tras la
guerra de la Navarrería (1276 - 1278), momento en el que ascendían a 65 sueldos, 13 cahices y medio de trigo y otros tantos de cebada. A su vez, Irache siguió percibiendo en la villa la pecha de sus labradores, con quienes sostuvo un pleito que fue sentenciado en 1315. En ese mismo siglo la claustría de la
catedral de Pamplona poseía herencias en su término. El rey Juan II de Castilla enfranqueció en 1456 a sus vecinos de la pecha que debían a la Corona por los servicios prestados en la
guerra civil.