Desarrollado como un núcleo repoblado desde
San Martín de Unx, en el año 1.212 se independiza administrativamente de él, concediéndosele el título de
villa y una serie de privilegios por el valor demostrado por sus voluntarios en la batalla de Navas de Tolosa.
El rey
Carlos II concedió en 1.378 el
señorío perpetuo de la villa a Roger, vizconde de Castelbón, pero
Carlos III atribuyó más tarde en 1391 sus rentas al Alférez Carlos de Beaumont. En 1457 el rey Juan II concedió el Señorío de
Beire y San Martín, con la jurisdicción y demás derechos a mosén Bernart de
Ezpeleta, donación que confirmó la princesa Leonor (1475) aunque excluyendo la jurisdicción.
Con todo, los soberanos Juan III y Catalina vincularon la villa al patrimonio de la Corona en 1510.
Tras la incorporación de
Navarra a Castilla, la
historia principal de Beire es la
general de Navarra. En 1786 vivían unas 200 personas. En 1802 tenía
molino harinero sobre el
Cidacos y la gobernaban un
alcalde y dos regidores, que nombraba el virrey a proposición de la villa.
En 1850 tenía
escuela, dotada con 2.000 reales al año. En 1887 vivían unas 600 personas pasando a 800 en 1920. En esta decada figura la villa con un
convento de corazonistas, dos
escuelas y dos
molinos aceiteros además de aquel harinero.
Durante las primeras décadas fue uno de los
pueblos que más se sensibilizó ante el asunto de las corralizas, entablando un pleito que falló en su favor en 1915.
La hermana de
San Francisco Javier vivio aqui.