Hola Peña,
Pues no, el pepino no tiene la culpa. Pero ya sabemos de sobra lo que
pasa cuando acaece una desgracia así, en la es muy difícil o imposible
encontrar al culpable (s), si es que hay alguno; lo racional ante un
brote de intoxicación alimentaria sería tomar las precauciones
necesarias (cosas así como lavar la verdura, cocinar bien los
alimentos, etc.), y aceptar que los análisis genéticos para encontrar
la cepa tardan un tiempo y que es posible que la pista se pierda
(tratándose de productos perecederos) y que jamás se llegue a
encontrar la causa.
Pero como ya sabemos que los humanos no somos nada racionales, y menos
en masa, así que lo que hacemos es ponernos histéricos, demandar a los
políticos que resuelvan el problema YA y sacrificar inmediatamente al
primer chivo que nos pongan por delante sin juicio y sin pararse a
razonar. Hoy son los pepinos españoles, mañana serán los chinos. En
cualquier caso, nos da un falso sentimiento de seguridad y de
control. Ocurre así una y otra vez.
Tampoco me voy a sumar a los que quemarían en efigie a Frau Storck; no
es que apruebe su gestión, pero vaya papeleta que le ha tocado - como
si España fuera el único lugar donde la expresión "leal oposición"
fuera un mal chiste. No, en cualquier lugar cualquier crisis es una
buena oportunidad para atacar al gobierno de turno. Así que la mujer
encontraba rápido un responsable (preferiblemente alguien muy lejos
sin voz ni voto) o la iban a acusar a ella personalmente de ser el
foco de todas las infecciones. Sabes bien que es así.
Por último, casi me parece inútil pedir compensaciones a Hamburgo o a
la EU; como si lo que sacara se lo fueran a dar a los precarios que
trabajan en los invernaderos de Almería en unas condiciones espantosas
y que serán los que se han quedado en la calle a raíz de esto.
Ana
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