Cementerio Pedreña
Este
campo santo alberga en la pared norte de sus muros las
ruinas de la antigua
iglesia parroquial, que estaba bajo la advocación de
San Pedro de Ambojo. Este topónimo aparece en diversas
fuentes documentales para referirse a la actual localidad de Pedreña. De este templo de origen
medieval se conservan, entre los muros del cementerio actual, algunos restos de estilo
gótico (siglos XIV y XV), y otros de la Edad Moderna, posiblemente del siglo XVI.
De la documentación existente sobre San Pedro de Ambojo, se deduce que se trataba de un templo con planta de
cruz latina, al que posteriormente se le añadió una
torre. Durante la Edad Moderna, los libros de
fábrica conservados del mismo informan de numerosas reformas; así, se sabe que la
capilla de la Epístola (dedicada a San Roque) y la capilla del lado del Evangelio fueron profundamente reformadas.
Durante la Guerra Civil el templo fue destruido y quedó como
ruina, siendo posteriormente aprovechada su planta, y parte de sus restos constructivos, como ampliación del cementerio.
En 1983, durante las obras de acondicionamiento del
aparcamiento y los accesos, fueron localizadas varias tumbas de lajas, lo que corroboró plenamente su génesis medieval. Además, y entre estas tumbas, se encontró un pequeño tesoro compuesto de 72 monedas de plata, las cuales han sido datadas entre finales del siglo XI y principios del XII. Este importante “tesorillo” se conserva en el
Museo Regional de Prehistoria y
Arqueología.
Iglesia de San Pedro - Pedreña
La actual iglesia parroquial de Pedreña data de los años cincuenta del pasado siglo XX. Su construcción intenta recuperar elementos de la
arquitectura religiosa tradicional de la zona, como la cabecera recta, la preeminencia de la nave central, la torre a los pies del
edificio o la decoración de bolas herrerianas. La utilización de esta estética clásica en el exterior contrasta con un interior mucho más moderno, acorde con el momento de su construcción. La destrucción durante la Guerra Civil de la anterior iglesia parroquial hizo que desaparecieran también los
retablos. La construcción de la nueva iglesia permitió una decoración espectacular, basada en un gran fresco de 10 por 12 metros de inspiración bizantina. La obra pertenece al artista y pintor santanderino Fernando Calderón, ya fallecido, y autor de otras importantes obras análogas en Europa y
Estados Unidos. En la región existen frescos de similares características del mismo autor en el Templo de Argoños, y en
Santander en la
parroquia de la Bien Aparecida, el
Ayuntamiento, el
Hotel Bahía, o el Banco de Santander..