Ay, abuelo, nos hablas de honor. El honor, en un país como el nuestro, era verde (y no hablo de ningún cuerpo policial, que conste) y se lo comió un burro.
Aquí, conceptos como "palabra de honor" esa promesa o compromiso que hace alguien de actuar o comportarse en cierta forma, o de asegurar que es verdad lo que afirma; ser "hombre de palabra", o sea el honrado, leal y cumplido; "faltar a la palabra" que como deberíamos saber es romper uno su compromiso o su promesa de hacer algo o de comportarse en cierta forma, o "no tener uno palabra" con lo que te tacharían de incumplido, desleal o insincero, son, digo, conceptos trasnochados en este monipodio que hemos convertido esto que todavía llamamos España.
Aquí, al final, unos se tapan a otros, por mucho que se ladren de cara a la galería, y el que trinca dinero público no lo devuelve ni a la de tres, amparado por unas leyes que se lo permiten. Unos añitos en la trena (los pocos que caen en desgracia) y... a vivir que son dos días, que a los cien años... "tos" calvos. Y algún imbécil nos llamará trasnochados, retrógrados o tal.
Dan ganas de exiliarse en la Antártida con los pingüinos. Total, un poquito más de frío...
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