PATONES

Habitantes: 360  Altitud: 880 m. 
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Situación:

Municipio de la Sierra Norte de Madrid, muy rico en accidentes geográficos: el Embalse de El Atazar, sobre el río Lozoya, le sirve de límite con tres municipios vecinos.
Los ríos Lozoya y Jarama separan la provincia de Madrid con la de Guadalajara. En su curso se encuentran numerosas obras del Canal de Isabel II: la vieja presa del Pontón de la Oliva, la primera en suministrar agua a Madrid; las más pequeñas pero no menos importantes presas de Navarejo y de la Parra; el azud de Valdentales, en el lugar conocido como "junta de los dos ríos" porque en él se unen el Jarama y el Lozoya.
Asimismo, recorren el municipio numerosos canales con sus correspondientes sifones y almenaras de gran importancia en la ingeniería civil de finales del siglo XIX. El Canal del Lozoya o de la Parra, el Canal del Alto Jarama y el de El Atazar se extienden por la muralla caliza que desde el Pontón de la Oliva a Torrelaguna domina la vega del Jarama.
Destacan por su importancia los restos del antiguo Canal de Cabarrús, herederos de la importante tradición de hortelanos que continúa en la actualidad.

Ayuntamiento:

Pza. de la Constitución, 1 - Tel.: 91 843 20 26

Monumentos:

Todo el núcleo de Patones de Arriba posee un pintoresco aspecto de calles enlosadas, con grandes cuestas y casas de piedra y pizarra, lo que le confiere un curioso atractivo y una de las muestras más representativas de arquitectura negra de la Comunidad de Madrid. Mediante esta denominación se conoce un tipo de arquitectura rural que emplea como elemento constructivo principal la pizarra, roca muy abundante en la zona.

- Iglesia de San José, en Patones de Arriba. De nave cubierta con cielo raso, coro y torre a los pies, se solicitó su construcción al Arzobispo de Toledo en 1653, pero actualmente se ha transformado como Centro de Iniciativas turísticas, culturales, etc.
La actual Iglesia Parroquial de San José, en Patones de Abajo, posee un coro en alto de madera e imágenes modernas.

- Ermita de la Virgen de la Oliva: Se encuentra a unos cuatro kilómetros del casco urbano de Patones. Es de estilo románico-mudéjar y probablemente fue edificada en los siglos XII-XIII.

- Pontón de la Oliva. Esta presa fue levantada en la segunda mitad del siglo XIX, en el contexto de las obras de construcción del Canal de Isabel II, dirigidas al abastecimiento de agua a la ciudad de Madrid. Actualmente se encuentra en desuso.

- Embalse de La Parra. Se puso en funcionamiento a primeros de siglo y sustituyó a la presa del Pontón, cuando a los pocos años se vio que no era operativa por la porosidad del suelo.

- El embalse de El Atazar. El embalse se encuentra situado a lo largo de la rivera del Lozoya, sólo accesible a pié desde la presa del pontón o los caminos de servicio de Canal de Isabel II. Junto al embalse, la cueva prehistórica del Reguerillo, de gran valor histórico-artístico.

Fiestas:

-Fiestas de Nuestra Señora de las Candelas. Se celebra a finales de enero, con actos religiosos, actuaciones musicales y competiciones deportivas.

- Fiestas de San Juan, el 24 de junio. Con encierros y novilladas, se saltan las hogueras y hay verbena y juegos tradicionales, pirotecnia y caldereta.

- Árbol de Mayo. Los quintos plantaban un árbol (el Mayo) en la plaza.

Historia:

Fue en el cerro de la Oliva donde alguna tribu celtíbera decidió levantar un castro bien defendido, allá por el siglo IV a. C. Se han encontrado restos arqueológicos en distintos puntos del municipio que prueban la existencia de poblamientos de diferentes épocas. Los más antiguos (Paleolítico, Edad del Hierro y Edad del Bronce), en las cuevas del Reguerillo y del Aire. Abundan también los vestigios medievales.
Más tarde, quiere la tradición que, cuando los de Tarik subieron por la península, gentes procedentes de Torrelaguna y Uceda, se refugiaron en las abundantes cuervas del lugar. Lo cierto y verdadero es que, hasta muy avanzado el siglo XVI, no se tienen noticias ciertas de Patones.

En 1555 Patones (el de arriba), era una alquería con un grupo siete vecinos, al parecer de Uceda y de apellido Patón, ganaderos que vieron más práctico vivir junto a sus ganados que hacerlo en la lejana villa. Tuvo éxito el pequeño éxodo y, tiempo después, según el catastro de Ensenada de 1752, los patones tenían una importante cabaña lanar. Disponían, además, de colmenares y agricultura de cereal, viña y hortalizas en la vega del Jarama. Medio centenar de casas formaban el caserío, con 61 vecinos dedicados a trabajar campo y ganados.

Hizo fortuna la leyenda del Rey de los Patones, tanto que ha terminado por encarnarse en historia. Fue a finales del siglo XVII, por mano de fray Antonio Jesús de María, cuando aparecieron las primeras noticias del rey pastoril. Parece ser que las 10 ó 12 familias residentes en la localidad acataban la autoridad de un anciano al que daban el título de rey. No deja de ser curioso que fuera un hombre ilustrado como Antonio Ponz el principal valedor de la leyenda que, en 1781, escribe admirado de la existencia de “este reino hereditario de mil años por lo menos”. Después, el romanticismo del siglo XIX echaría el resto, llegando a afirmarse que la autoridad del singular rey era acatada por varios miles de pastores y campesinos. Lo cierto es que el famoso rey de Patones era una suerte de “primus inter pares”, un vecino de similar condición al resto, que asumía algunas funciones. Con el tiempo, el cargo habría pasado a ser hereditario, pero en 1750, los patones solicitaron al duque de Uceda el nombramiento de un justicia que sustituyera al rey, con lo cual consiguieron alcalde pedáneo y alguacil propio. Parece ser que en el Salón de Otoño del año 1925, había un cuadro que representaba al último rey de Patones, con capa parda hasta los pies, a, modo de manto real y un sombrero calañés ciñendo sus sienes, en sustitución de la corona, guiando un borriquillo.

A mediados del siglo XIX se iniciaron las grandes obras de infraestructuras de abastecimiento de agua a Madrid (Presa del Pontón de la Oliva) y aparecieron algunos asentamientos dispersos y eventuales vinculados a ella. Patones tenía ya entonces una Casa Consistorial, Iglesia Parroquial y escuela primaria.

Ya en el siglo XX, después de la Guerra Civil y a pesar de la construcción de las carreteras que facilitaron el acceso al núcleo, los habitantes de Patones fueron descendiendo del alto al llano y construyeron sus nuevas viviendas en la vega del río Jarama, junto a la carretera M-102 que les comunica con Torrelaguna y Torremocha. Se creó así, hacia 1940, el nuevo núcleo de Patones de Abajo. El traslado se generalizó en los años 60 quedando el núcleo originario casi totalmente vacío, abandonándose los edificios, tanto públicos como privados.

Patones de Abajo es hoy un pueblo nuevo, de estructura lineal, dotado de todos los servicios y equipamientos necesarios, cuyos habitantes mantienen la actividad agrícola-ganadera, pero compaginándola con la dedicación al sector servicios y a la construcción. En Patones de Arriba, a partir de 1970, se inició un proceso de adquisición y rehabilitación de viviendas para uso como segunda residencia y para la instalación de negocios de hostelería. Han proliferado los restaurantes, un hotel y apartamentos turísticos.

Turismo:

Con rey o sin él, Patones de Arriba es un lujo a 60 kilómetros de Madrid. El cauce seco del Labradillo parte en dos el pequeño casco, y las empinadas calles se abren paso con dificultad entre las edificaciones, tallando incluso la piedra para hacer escalones. La pizarra oscura de tonos rojizos de los muros, los pequeños vanos que se abren en las viviendas, todo da un aire profundamente arcaico al paisaje.
El entorno de Patones ofrece nuevos atractivos, como son las numerosas obras del Canal de Isabel II. Son curiosas de ver las presas de La Parra, Pontón de la Oliva y Vandentales, que discurren entre la antigua presa del Pontón y la actual de El Atazar a lo largo de la rivera del Lozoya, sólo accesibles a pie desde la presa del Pontón o los caminos de servicio del Canal de Isabel II.
Es importante la Cueva del Reguerillo, descubierta en 1864. Posee una longitud de más de 300 metros, con varias galerías y salas. Se encuentran en sus paredes grabados rupestres que representan peces, monos, un ciervo, un mamut y dos humanos. También se hallaron en ella cerámicas y objetos de sílex. Se encuentra emplazada en plena montaña, penetrándose en ella por una boca abierta en lo alto de los farallones calizos que enlazan con la presa del Pontón de la Oliva. Posee gran interés y considerable desarrollo, pudiéndose contemplar en ella muy variadas formaciones de estalactitas y estalagmitas. Fue declarada Monumento Histórico Artístico en 1944.
Otras cuevas de interés son la de la Escarihuela y la del Aire.