Cuantos secretos hermosos guardarán las viejas casas de nuestros mayores. Ellos por ley divina las dejaron y nosotros, sus descendientes, buscamos nuestro lugar en el mundo en otros destinos. Las casas poco a poco fueron abandonadas a su suerte; la solidez de su estructura aguantó hasta que las primeras goteras aparecieron y, con el tiempo, sus cubiertas fueron cayendo para a las pocas decenas de años convertirse en ruinas y pasar a ser objeto casi de una investigación arqueológica.
Cuantas historias ... (ver texto completo)
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