Cuando tuve la suerte de estar en Bielva la última vez, experimenté la mejor de las sensaciones que puede tener alguien. Siempre me sentí muy querido por mi familia allí, pero además algo nuevo ocurrió, noté un gran cariño de todas las personas que no conocía, a las que saludé (que fueron muchísimas). Conocí a vecinos de carne y hueso, que nos daban su afecto, que nos tomaban del brazo guiándonos para enseñarnos todo lo precioso de la población, su entorno, su villa... con orgullo.
Recuerdo a esos ... (ver texto completo)
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