Años mozos en la entrañable cocina de mi madre, BIELVA

En nuestro mocerío allá por el año setenta y tantos estamos situados en la foto de izquierda a derecha, mí hermano Antonio, mí mujer Concha, agachado con melena un servidor (nada parecido a la fecha actual), mi cuñado Pano, mi madre Concha y mí hermana Cionina.

Ésta cocina de grandes recuerdos, es la que me cobijó en aquellos inviernos duros de Bielva que hasta sabañones nos salían, del bravo frío que pasábamos. Su lumbre viva nos servia para calentarnos del frío que pasábamos fuera de su perímetro, es decir del resto de la casa que tampoco era muy grande. En ella te reconfortabas viendo sus llamas revolotear en múltiples formas y tonalidades (era nuestra televisión de las noches). La conversación a su alrededor resultaba un puro bálsamo cuando por la ventana sentías la lluvia con los truenos y relámpagos. Antiguamente tenía el fogón bajo, lo cual te metías hasta debajo de la campana para sentir su calor. Era sencilla, no disponía de alicatado ni nada que se le parezca, pues sus paredes simplemente estaban revocadas de manera casera y pintadas de blanco, todo muy entrañable, calificándola como el rincón más deseado y agradable de la casa. Allí nos arremolinábamos en las banquetucas, o en el suelo para pasar el retucu en sana armonía (igualito que los cómodos sofás de los salones de hoy en día con sus panorámicas televisiones). Cuando me despedía de ella por el sueño que me superaba era como pasar de un mundo a otro porque nos esperaban los fríos jergones de paja (colchones de entonces) que eran como un congelador cuando te tumbabas en ellos para dormir y que por mucha manta, que tampoco abundaban, no entrabas en calor hasta bien entrada la noche.

Los pudientes disponían de la llamada cocina económica que resultaba toda una revolución frente a estos fuegos de toda la vida, porque las cocinas económicas, aparte de menos humo, te permitían obtener agua caliente de su grifo situado en la parte inferior derecha. El grifo se conectaba con un depósito situado en un costal de la cocina que formaba pared con la zona del fuego y por transmisión de calor calentaba el agua. También éste tipo de cocinas permitían calentar todo el habitáculo de la cocina y colindantes que te hacía más confortable la estancia sin necesidad de estar encima de ellas como pasaba en la tradicional cocina de leña en el fogón. Por aquí he puesto una foto de la cocina económica de la época.
Años mozos en la entrañable cocina de mí madre

En nuestro mocerío allá por el año setenta y tantos estamos situados en la foto de izquierda a derecha, mí hermano Antonio, mí mujer Concha, agachado con melena un servidor (nada parecido a la fecha actual), mi cuñado Pano, mi madre Concha y mí hermana Cionina.

Ésta cocina de grandes recuerdos, es la que me cobijo en aquellos inviernos duros de Bielva, con su lumbre tan viva que hasta sabañones me salían por lo mucho que me arrimaba para calentarme...