Por tierras de Batalyaws
aúllan lobitos feroces
causando daños atroces
en oídos no avisaos.
A la jauría se han adjuntado
otros cánidos lugareños,
de los más espabilados
para arrimarse al barreño,
y han formado la sociedad ... (ver texto completo)
aúllan lobitos feroces
causando daños atroces
en oídos no avisaos.
A la jauría se han adjuntado
otros cánidos lugareños,
de los más espabilados
para arrimarse al barreño,
y han formado la sociedad ... (ver texto completo)
Esto es pura y dura ficción
pero, pongamos por caso
que usted honrado lector y yo
conchabados y con ilusión,
ponemos mano a la obra
y nos pasamos diez años
en muy constante zozobra
rapiñando con apaños
y múltiples maniobras;
unos euros que contamos
no a cientos y si a millones,
de los públicos que disponíamos
para eso de las financiaciones
de unos órganos colegiados
que por convenio llamamos,
arrejuntamiento o comunidad.
Diez o veinte ¿qué más da?,
si unos amiguitos del alma,
chicotes con autoridad,
facilitan nuestras labores
previo cobro de su parte
por hacernos esos favores,
y los hacen con tanto arte
que en poco menos de un plisplás
exportamos buen capital
a Suiza o Las Azores y,
si nos trincan los guindillas
y su señoría nos manda al trullo,
los tildamos de pandilla
y decimos que es chanchullo
que se hayan puesto a escuchar
nuestras cosas y barullos,
y, que si p´aquí que si p´allí
mareamos la perdiz,
vestimos con trajes nuevos,
y acusamos a los cancerberos
y sí señor y con dos güevos,
son juzgados ellos primero
y nos marcamos un bolero
valenciano y un chotís por los Madriles.
¡Vivir para ver!,
como dijo aquél,
la justicia al revés.
Los mangantes juzgan al juez
y al que tiró de la manta. ... (ver texto completo)
pero, pongamos por caso
que usted honrado lector y yo
conchabados y con ilusión,
ponemos mano a la obra
y nos pasamos diez años
en muy constante zozobra
rapiñando con apaños
y múltiples maniobras;
unos euros que contamos
no a cientos y si a millones,
de los públicos que disponíamos
para eso de las financiaciones
de unos órganos colegiados
que por convenio llamamos,
arrejuntamiento o comunidad.
Diez o veinte ¿qué más da?,
si unos amiguitos del alma,
chicotes con autoridad,
facilitan nuestras labores
previo cobro de su parte
por hacernos esos favores,
y los hacen con tanto arte
que en poco menos de un plisplás
exportamos buen capital
a Suiza o Las Azores y,
si nos trincan los guindillas
y su señoría nos manda al trullo,
los tildamos de pandilla
y decimos que es chanchullo
que se hayan puesto a escuchar
nuestras cosas y barullos,
y, que si p´aquí que si p´allí
mareamos la perdiz,
vestimos con trajes nuevos,
y acusamos a los cancerberos
y sí señor y con dos güevos,
son juzgados ellos primero
y nos marcamos un bolero
valenciano y un chotís por los Madriles.
¡Vivir para ver!,
como dijo aquél,
la justicia al revés.
Los mangantes juzgan al juez
y al que tiró de la manta. ... (ver texto completo)