De nuevo el destino golpeaba la voluntad de aquel hombre, extraviado desde su infancia en una búsqueda inútil, como tantos otros desde que al hombre le nacieron las voluntades, que no las tuvo siempre, aunque nadie sabe bien cómo ni en qué momento le germinaron, debió de ser antes de que se desplazara la
lluvia, antes de que los instantes se fueran juntando para formar los dias, antes de que los sueños se amontonaran para formar la
noche, incluso antes de que nacieran los duendes, que son voluntades
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