En este
pueblo nació bien entrado el siglo XIX Ramón Fernández de Piérola y López de Luzuriaga. Cura de Cárcar y
Puente la Reina, obispo de La Habana,
Ávila y Vitoria. Llegó a ser uno de los obispos más ricos de
España. Dicen que ejerció la caridad. No lo ponemos en duda. Amante de su pueblo, siempre lo tenía en mente, nunca lo olvidó, acudía temporadas enteras a la
casa paterna, a su casa, junto con su hermano clérigo, inseparable, Domingo. Cuentan que una vez de
camino al pueblo el carruaje en que viajaba y él acabaron en el fondo de la poza del
molino, que se encontraba a la entrada de
Torres del Río. Con tal mala suerte que perdió el anillo.
Hizo vaciar el
pozo hasta que apareció la sortija. Tampoco lo ponemos en duda. Le honra el no haber perdido el acento, ni la entonación, ni tampoco el habla tan peculiar de esta zona
navarra, a pesar de haber pasado varios años en
Cuba,
Madrid, Avila... lenguaje brusco, pero cercano y campechano. No es que lo diga yo, si no que son palabras escritas por un periodista de la época. La vuelta a su patria la vasca le causa un gran regocijo y satisfacción. Así lo expresa en la primera pastoral de Vitoria: “Siendo nos oriundo también de las Provincias Vascas. Sabemos que entre todas las provincias españolas la tierra vasca es un suelo privilegiado”.