Como
monumento cabría mencionar la
iglesia del
pueblo, una pequeña
parroquia muy acogedora y maravillosa.
La parroquia de
San Juan Bautista es una iglesia
gótico renacentista del siglo XVI que aprovecha estructuras
medievales y a la que se añadió una
portada neoclásica en el año 1790.
Tiene un
retablo mayor, de estilo rococó, que lo realizó el
escultor y arquitecto Miguel López de Porras hacia 1782 y lo doró diez años mas tarde
Santos Carrés, maestro de
Orbiso; no obstante, el sagrario de estilo romanista puede identificarse con el que, según la documentación, efectuó
Pedro de Troas a finales del siglo XVI.
La
torre, iniciada por el cantero Francisco de Aizpolea, la concluyeron hacia 1700 José de Larramendi y Antonio de Usabinaga.
La
pila bautismal es
románica, aunque algún sacerdote la forró durante el siglo XX con baldosines blancos. ¡Vamos! ¡que es una maravilla! Los vecinos del pueblo se encargan de cuidar la iglesia.
Hay una
fuente (fuente vieja) con unas preciosas
piedras de sillería, de estilo neoclásico, de finales del siglo XVIII ó principios del XIX, que si no se ponen medios, va a desaparecer.
También, en
arquitectura civil, esta la
casa de la Fundación, del siglo XVI, y un
escudo con las
armas de los Fernández de
Esquide.