¿PODREMOS? - (II)
Creedme si os digo povedanos míos queridos, que se me suben los colores por tener que ser yo, un señor bruto de pueblo chico, el que les diga a esta tropa que así no vamos a ninguna parte.
El jueves de la pasada semana presentaba su programa económico la que en un principio supusimos nuestra última salvación, después de haber fracasado estrepitosamente nuestras esperanzas puestas primero en San Obama y después en el papa Francisco, creyéndoles a ambos con la suficiente fuerza
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A la vista de lo que aquí se lee, y a la conclusión que críticamente se llega tras un mesurado examen, es a la de que, más que estado de la nación cabría titularlo algo así como el inevitable estado de deterioro y desestabilización del Estado de la Nación, y a la impotencia de sus dirigentes dentro del mismo para garantizar los mínimos derechos de cada ciudadano en términos que teóricamente se correspondan con los que a tal efecto prevé la Constitución Española en su Título Primero, concepto éste que afecta a todos y cada uno de los habitantes que lo ocupamos como personas presuntamente libres en el ejercicio de las libertades y en el disfrute de un mínimo de bienestar social en este rincón del Mundo que por derecho nos corresponde. Sus gobernantes, al propio tiempo, están incursos en la obligación ineludible de reconocerlas, protegerlas y, en su caso, garantizarlas en su desarrollo en proporción a las verdaderas posibilidades socio-económicas que a una buena gestión de las altas esferas corresponde.
El artículo 10, Título I de la Constitución en vigor, referido a los derecchos y deberes fundamentales inherentes a la persona, establece: a), que La dignidad de la persona, los derechos individuales que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la pza social; y b), que las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce, se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España.
A propósito de lo que precede, y sin recurrir a lo que, a diario nos bombardean los medios de comunicación de cada día presentándonos un panorama casi desolador que Gardel pretender recoger en sus alegatos en relación con la actualidad y las personas que (en este país) lo habitamos, me gustaría saber a qué coños se refiere el amigo Gardel o qué es lo que ha pretendido dar a entender con esa frase que se presta a distintas interpretaciones, del siguiene tenor: "... salvo en hacernos los suecos cuando nos conviene, ¿verdad don EFE?". Tal sugerencia tiene un sentido y debemos conocerle todos para saber a qué atenernos.
Cordiales saludos a todos y FELICES NAVIDADES.
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