![Poveda](/fotos_reducidas/7/7/9/00373779.jpg)
Andamos en ello; podemos adelantar que Poveda ya aparece en unos textos de 1499. Increíble ¿verdad?, pues está documentado. Más yendo a fechas más recientes como son las referidas a partir de los años cuarenta del siglo XX, en Poveda han ocurrido los acontecimientos más significativos en la vida de la localidad, como son la traída de la luz eléctrica, único
pueblo que carecía de la misma en la comarca, hasta que, merced a la iniciativa privada de un vecino de la misma en el año 1941, cuando no había materiales que no fueran de estraperlo, ni subvenciones, se implantó toda una línea de conducción eléctrica desde Poveda hasta
Zorita de la Frontera para enlazar con Hidroeléctrica de
Salamanca que suministraba la energía; y, por fin, el anuncio de la construcción de la nueva
carretera, materializada unos años después. Hasta entonces, el sistema de alumbrado eran candiles y unos artefactos llamados "carburos" porque consumían este tipo de mineral. Ya en esas fechas se hablaba del proyecto de carretera (la actual SA-811), que uniría las localidades Encinas de Abajo con
Cantalapiedra, pasando por Babilafuente,
Villoria,
Riolobos, Poveda y
Villaflores. Ambos acontecimientos dieron lugar a que circulara por entonces una coplilla popular cuya letra más o menos decía así: "Poveda ya no es Poveda, que parece medio
Madrid, con la carretera nueva y la luz que va a venir". La construcción de esta última atrajo a un serie de improvisados pequeños empresarios procedentes de
Andalucía, que con sus recuas de asnos aportaban las
piedras que necesitaba el firme de la carretera extrayéndolas de las tierras del término, operación que duró casi dos años. Hasta entonces, el pueblo no tenías más accesos que tortuosos
caminos de herradura, por tanto, no existía una triste alcantarilla en todo el término municipal y menos aún
puente contra las avenidas de
agua imprevistas, relativamente frecuentes en aquellos
inviernos de copiosas
lluvias. Otro hecho digno de mención en Poveda fue el ocurrido el Domingo de Ramos (sobre el año 1951, aproximadamente), fecha en la que, estando ya prácticamente terminada la ampliación de la
iglesia parroquial y próxima a inaugurarse, se hundió la totalidad de la techumbre de la misma con gran estrépito, sobre las 11,30 de la mañana de ese día, aplastando todo lo que se encontraba en su interior. Fue como una explosión que se oyó en todo el pueblo seguida de una enorme polvareda. Y una grandiosa decepción para los vecinos. Hubieron de reiniciarse las obras, obviamente con otros albañiles distintos, concretamente los "Moralinas" de
Cantalpino (los anteriores, autores del desastre, eran de Cantalapiedra).
Años más tarde, sobre el 1950, es también merecedor de ser recordado el hecho significativo para la
historia local el hecho de que fue el primer pueblo de
España en el que se estableció el sistema de concentración parcelaria auspiciada por el Ministerio de
Agricultura, después del de Cantalapiedra, localidad también de la provincia de Salamanca. La razón de ser recordado obedece a que, adoptar semejante decisión en época era harto arriesgada pues ni mas ni menos consistía en que las
fincas agrícolas heredadas o compradas de toda una vida pasando de generación en generación, serían totalmente alteradas y cambiadas por otras que resultaran de la operación antedicha. Sin duda alguna consistía un grave riesgo que las genetes de mi pueblo afrontaron con alto sentido de la economía moderna y del progreso. A las pruebas me remito 50 años después y a los miles de
pueblos que después han imitado tal decisión y los beneficios que ello ha reportado en todos los órdenes.
Otro acontecimiento de la historia povedana ocurrido mediada la década de los años cincuenta, tuvo lugar el día 18 ó el 25 de julio de julio, fecha que, si bien no recuerdo con exactitud el año pues yo era un chaval, no así en cuanto a la de los días que se citan toda vez que en los
veranos de aquella época, los domingos no existían a efectos laborales, mientras que las dos únicas festividades que se guardaban a "rajatabla", eran las del 18 de julio (
fiesta nacional por obvias razones que todo el mundo conoce) y la del 25 del mismo mes, es decir, la dedicada al apóstol Santiago.
Por aquel entonces, para poder llevar a cabo la recolección de las cosechas cerealistas (trigo, cebada, algarrobas, etc. etc.), los agricultores tenían que acudir a trabajadores foráneos, fundamentalemente gallegos, para poder llevar a cabo la dureza extrema de la siega, la cual se realizaba a mano con hoces rudimentarias. Aquel año, para llevar a cabo dicha labor, el pueblo se vió invadido con una cincuentena de hombres, relativamente jóvenes todos ellos, que en ese día festivo, acudieron al
baile de mozos y mozas que en el centro de la
plaza se celebraba en esos dos días. Los músicos que lo amenizaban, para cobrar su trabajo, encargaban a uno de ellos para que llevara a cabo la misión de percibir el "peaje" de los bailarines, exigido exclusivamente a varones, aprovechando el momento en que se encontraban "aparejados" realizando la
danza con una moza; dicho encargado lo cobraba en efectivo. Pero hete aquí que, cuando le tocó el turno a uno de las bailarines oriundo de la provincia de
Orense por más señas, éste se negó rotundamente al pago del "impuesto", circunstancia que dió lugar a una peligrosa discusión entre ambos que finalizó en pelea con agresiones mutuas. Todos los demás gallegos, al ver el cariz que aquello iba tomando hicieron causa común con su paisano y la pelea se expandió como la pólvora, hasta tal punto, que los que en el baile de la plaza estaban, y los que no, se armaron todos con sus hoces en plan belicoso contra las gentes del pueblo. Se inician las carreras, los gritos, y en fin, un verdadero revuelo que termina con la ocupación amenazadora de dicha plaza por los más o menos 50 gallegos amotinados en plan desafiante. Ante tal situación, el Alcade llamó a la Guardia Civil del puesto de Cantalapiedra, que en número suficiente y debidamente pertrechados, cortaron el intento y consiguió que todos ellas fueran expulsados a sus lugares de origen. La cosecha quedó a medio segar. Ignoro como se llevaría a cabo la liquidación de los salarios devengados. No hubo víctimas de ninguna clase, pero si es cierto que se corrió un serio peligro.