Sólo lo que tiene vida, puede dar amor.
Saber que algo tan insignificante, como unas cuantas letras amontonadas en un espacio, pequeño y casi inexistente si se tiene en cuenta la amplitud del mundo, sirve para que un alma que transita sin rumbo fijo, sienta un alivio a su búsqueda más profunda. Me inspira.
Me inspira confianza en mi, de que lo que hago, lo hago por algo, de que lo que quiero se cumple, aunque tarde en llegar.
Cada vez que escribo, escribo sobre algo que me ocurre. No invento nada, todo es sentimiento. No quiero enseñar nada, pero si alguien de mis líneas saca algo bueno, más feliz aun seré. Porque no me considero una artista, pero creo que toda expresión es arte, y el arte sirve para que las almas se acoplen en la inmensidad de la humanidad, y aunque sea por un pequeño instante no sentirte solo ante al dolor, el miedo, la frustración o la impotencia.
Todos los días estamos sometidos a miles de represarías, que si bien, no alcanzan un grado de represión en el termino que lo conocemos como violencia física o psicológica grave. Sí nos hace meternos más en nosotros mismo. Perdemos el maravilloso placer y derecho a expresarnos para ser libres. Porque esa es la búsqueda de todos, la libertad de cadenas, no solo materiales, ni políticamente sancionables, aunque desde mi punto de vista se debería sancionar.
Las tecnologías, las nuevas formas de vida están haciendo que nos alejemos más y más de nuestro lado más humano, que muchas veces no tengamos a donde ir sólo para hablar un rato. Esa humanidad se la esta comiendo la ambición de tener cada días más y más cosas materiales, que no nos van a escuchar, ni a decir una palabra justa en el momento necesario.
Quizás tardemos en darnos cuenta, sólo espero que no lleguemos en el último momento, cuando no quede nada que salvar… que a este mundo le hace falta amor, y los objetos inanimados no tienen sentimientos para dar.
... (ver texto completo)