Por lo que a mí respecta, bien temprano, antes de que aún hubiera experimentado la influencia benéfica de las monjas, me dio por declararle la guerra a todo ser viviente que pasase bajo el balcón de mi casa. Y al menor descuido de mi madre, o en cuanto se iba a la compra, y a pesar de sus recomendaciones de que me portase bien, utilizaba los tacos de leña que se usaban como combustible en la cocina económica a modo de arma arrojadiza contra los desprevenidos transeúntes, con el consiguiente riesgo ... (ver texto completo)