PUERTAS CERRADAS
Un día de aquellos, ya lejanos, me llegué a mi
pueblo. Anduve
calle arriba y calle abajo, quizás aún era temprano; el silencio frio, sepulcro asediador de
casas selladas que hería los sentimientos se sucedían una y otra; como si fuese
invierno. Se podía escuchar, todavía lejos, el gorgoteo impetuoso de los
caños calando profundidades en los
pilones; meciendo obas enardecidas que buscaban la luz desde sus profundidades. Yo también buscaba algo, no sé muy bien el que; quien sabe
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