La llave es uno de los motivos que figuran en el
escudo de
Alcalá la Real, una clara referencia al papel que la fabulosa elevación de La Mota ha conferido a la
ciudad. El valor estratégico de su ubicación -
puerta entre el
valle del Guadalquivir y la vega granadina- ha sido aprovechado desde
tiempos remotos. Los primeros vestigios de la presencia humana datan del Neolítico, en el III milenio a C.
De época
romana son los
restos localizados en La Tejuela, entre ellos, una muy destacable
estatua de Hércules (
Museo Arqueológico Nacional).
Las ventajas del enclave fueron aprovechadas al máximo en época islámica en la que Alcalá se convirtió en una importante ciudad fortificada de Al Andalus. Cambió varias veces de
nombre, dependiendo del
grupo étnico que la gobernase, pero siempre precedía la voz árabe de Qal'at, que denomina a una población fortificada. Qal`at Astalir y Qal`at Yahsub, son los dos primeros nombres con los que aparece citada en las
fuentes, el último es el de Qal`at Banu Said, clan impulsor de la cultura alcalaína y del que destacaron varios miembros en la literatura y la política. Además de esta
fortaleza, un gran número de atalayas (de las que se conservan unas quince) completaban la estructura defensiva.
En el año 1125 el rey Alfonso I de
Aragón conociendo la insatisfacción de la numerosa población cristiano-mozárabe en territorio musulmán, ante el aumento del fanatismo religioso de la nueva corriente religiosa norteafricana almorávide, se interna en
Andalucía, recorre Alcalá la Real, Luque, Baena, Écija,
Cabra y Lucena donde vence a Abu Bakr, hijo del emir Ali ibn Yusuf en Arnisol, Arinzol o Aranzuel, según las fuentes, actual Anzul (hoy del
municipio de
Puente Genil), el 10 de marzo de 1126. Acompañado de numerosos cristiano-mozárabes liberados, puede que entre ellos algunos Alcalaínos, regresa al
reino de Aragón donde se asientan. Los mozárabes de al-Andalus que no huyeron a Aragón, en represalia, serían castigados duramente y en su mayor parte deportados
Marruecos. Es en torno al año 1140 cuando el
castillo de La Mota se convierte en una verdadera fortaleza, convirtiéndose en uno de los núcleos más importantes de al-Ándalus bajo la égida de la
familia Banu Sa'id.
Desde su primera ocupación por Alfonso VIII en 1213, se sucedieron las luchas entre granadinos y castellanos por el dominio de esta
plaza que también fue conquistada por Fernando III y por Alfonso X, y otras tantas veces perdida. La toma definitiva fue en 1340 y dejó a Alfonso XI en
puertas del Reino de
Granada. (
Siglo y medio después, los Reyes Católicos partieron de aquí para la conquista de la capital nazarí)
No es de extrañar, por tanto, que se convirtiera el lugar en un importante baluarte cristiano, tanto que tras la conquista se fundó una Abadía de Patronato Real, con singulares privilegios. La ciudad gozaba de estatuto especial y, sus
vecinos, de cartas y fueros con privilegios y exenciones de tributos. El deseo expreso del monarca hizo que la por entonces Alcalá de Benzayde cambiase de nombre por última vez y se llamara Alcalá la Real.
Los principios
políticos, sociales e ideológicos de la cristianización no sólo transformaron el nombre, sino también la fisonomía de la ciudad, tanto sus espacios como sus
edificios. Se ampliaron las estructuras defensivas y se erigió la
iglesia de
Santo Domingo de Silos, patrono de la ciudad, en el arrabal viejo. Al
tiempo, comenzó la construcción del
principal símbolo político y religioso de la nueva ciudad cristiana: sobre los cimientos de la antigua
medina, se levantó la Abadía.
Tras la conquista de Granada en 1492, la ciudad entró en una etapa de apogeo y esplendor. El
rápido aumento de la población hizo que las
casas desbordaran los límites de la ciudadela y la ciudad se expandiera faldas abajo de la Mota, un proceso que continuó en los siglos siguientes hasta el abandono total del
monte.
El otro proceso histórico que ha dejado huella perceptible en la actual Alcalá es el auge económico de principios de este siglo. La burguesía emergente de la época hizo construir un buen número de edificios historicistas, profusamente adornados, en la
Carrera de las
Mercedes.
En la galería de alcalaínos ilustres sobresalen nombres como los de
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, nacido aquí de
padres cautivos por los musulmanes, artistas como
Pedro de Rojas o el imaginero Martínez Montañés.
Alcalá la Real fue declarada Conjunto Histórico-
Artístico en 1967.
Durante la Edad Media estuvo bajo dominación musulmana y fue conquistada definitivamente por el rey Alfonso XI quien le concede el título de Real que lleva en su nombre y funda una abadía de jurisdicción propia. En 1432, Juan II le concede el título de ciudad. El rey Enrique IV le da el título de noble y leal y los Reyes Católicos le conceden el de guarda y defensa de los reinos de Castilla. Finalizada la reconquista del reino de Granada los alcalaínos dejarán atrás la seguridad de las
murallas de la fortaleza, que se irá paulatinamente despoblando, ocupando la ladera oriental del Cerro de la Mota hasta llegar al llano y ascender por el Cerro de Las
Cruces, situado frente al primero, y separados por el Llanillo, nombre que hace referencia a la topografía del terreno: un llano situado entre dos cerros. La ocupación de la ciudad fortaleza, en 1810, durante la invasión francesa, y la posterior retirada de las tropas, dejando este territorio a merced de las llamas de un incendio, unido a la desaparición de la Abadía a mediados del siglo XIX, sumirá a este entorno en un deterioro acelerado. Desde hace unos años se están llevando a cabo unas importantes labores de rehabilitación de este espacio
monumental.