Las risotadas de la moza atrajeron a los otros, y el pobre
Ujo, corrido, no hacía más que decir: «Dirvos, dirvos de aquí, y si no, veráislo... Latrocinio, Guardia civila...
-El nanito me estima. Dejarlo que lo diga... Es mi novio, ¿verdad? Pues claro que me quedaré contigo, con mi galápago de mi alma, con mi coquito. Di otra vez que me estimas. A una le gusta...
-Sí, te estimo -repitió Ujo rechinando los dientes al notar que Beatriz le miraba burlona-. Manque rabien, te estimo, caraifa.
Personaje
... (ver texto completo)