Hay toda la tradición, desde Humboldt, que pretende explicar el lenguaje ibérico por similitud al euskera. Que la lengua primitiva que se hablaba en España, era, si no el euskera, un dialecto parecido. Soria tiene una raíz vasca y otra celta, por eso yo a veces me refiero a la euskoceltia y a lo celtoeuskérico... Y evidentemente en Soria existe toda una toponimia ibérica y euskérica que ha sido investigada por eruditos como Francisco García Berlanga, Febrel, y otros. En los artículos que te has referido
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Muchos autores importantes escribieron casi toda su obra sin moverse de su pequeña ciudad. Así a bote pronto recuerdo que Kant no salió nunca de su aldea. Y ello no fue impedimento para la creación de una visión del mundo que trasciende lo personal para universalizarse. Pero en esta época, en esta sociedad que nos toca vivir, donde la movilidad es algo casi consustancial y donde los viajes ya no duran años, al estilo lord Byron... es un poco difícil comprender tu poca pasión por los largos viajes, porque de tus escapadas contínuas al norte y tu incansable recorrer la geografía soriana (con un paso más pausado y placentero la de los pueblos abandonados), ya lo sabemos casi todo gracias a tus artículos en la revista ABANCO. Por otro lado a veces pienso que quizá esta pequeña ciudad se te estreche demasiado, culturalmente hablando.
Bueno, lo primero podría interpretarse como que muchos grandes escritores han sido muy localistas, pero han sabido trascender de su localismo. En el fondo, el universo literario de un narrador suele ser muy reducido. Cada uno habla de lo que conoce. Dentro de eso te puedes quedar en lo local y en el cuadro de costumbres, en el tipismo, a veces muy falso y muy postizo. Otras veces trasciendes, es decir llegas a lo universal, pero partiendo de lo particular. Porque yo en lo que no creo es en el cosmopolitismo. Incluso los sabios de Alejandría, a los cuales se les tiene como los primeros cosmopolitas del mundo antiguo, decían: "la verdad es cosmopolita, pero sobre todo alejandrina". Es decir, ellos estaban donde estaban, en su espacio mediterráneo, y reordenaban todo el paisaje cultural desde su punto de vista. Porque eso es lo más importante, el tener raíces y un punto de vista. Por poner un ejemplo que me coge muy cercano ya que acabo de terminar un estudio bastante completo sobre el reciente Premio de la Crítica, Sánchez-Ostiz, ahí tienes un caso muy claro. El habla, principalmente, de la ciudad que conoce, Pamplona, y luego se va un poco más allá, se ambienta en el país vasco francés, pero no habla de Nueva York, porque seguramente no ha estado nunca, o ha estado de paso, y sería ridículo que lo hiciera. El mérito es que un señor como Cervantes nos hable de un hidalgo manchego que se mueve en un radio de cuarenta kilómetros, o poco más, y que los problemas que nos plantee le lleguen a interesar a un finlandés, a un chino, a un hindú o a un neozelandés, que es lo que consigue Cervantes, o lo que consiguen en el fondo todos los grandes autores, universales, y que, muchas veces, nos están hablando de su pueblo.
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