MIGUEL HERNANDEZ, SETENTA AÑOS DE SU MUERTE
Pasan los años deprisa
y la memoria no olvida,
Miguel llevaba la brisa
de una vida muy sufrida.
Entre versos y canciones
fue trascurriendo la guerra,
con desgracias y pasiones
de las que su vida encierra.
Miguel de barro y de fuerza,
de versos y de emociones,
su pensamiento se esfuerza
en luchar sin condiciones.
Caminante sin descanso
buscando la voz del viento,
su esposa fue el fiel remanso
de darle caudal de aliento.
El final de aquella guerra
fue de muerte y represiones,
sangre que regó la tierra
rompiendo sus ilusiones.
La cárcel fue su destino,
y en su penas se mezclaba,
su verso que hilaba fino
al verse preso clamaba.
Su libertad quedó rota,
Miguel es preso marcado,
y en su pensamiento flota
ver su anhelo derrotado.
Vientos del pueblo le llevan,
vientos de sueños truncados,
penas que a veces le ciegan
en sus versos bien logrados.
Las penas cubren sus pasos
sin ver nunca soluciones,
va notando sus fracasos
al respirar sus pulmones.
Miguel recorre prisiones
sin conocer su destino,
en su mente ve visiones
con el hambre de adivino.
Alicante le recibe
con la salud medio rota,
a la esperanza él escribe
más su enfermedad se nota.
Miguel enfermo sufriendo,
la muerte le está esperando,
su familia fue sintiendo
el dolor que iba pasando.
Días de llanto y de muerte
en aquellas noches frías,
Miguel no tuvo la suerte
de vivir sus fantasías.
El tiempo borra caminos
sin dejarnos muchas huellas,
a veces hay pergaminos
que relucen como estrellas.
Miguel de versos floridos,
aferrados a la tierra,
con poemas prohibidos
donde su verdad encierra.
Nos dejo su verso erguido
que se recita en la escuela,
setenta años se han cumplido,
parece que el tiempo vuela.
G X CANTALAPIEDRA
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