OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

UJUE: PICHORRADICAS DE UJUÉ-UXUE. SUCEDIÓ EN ROMERÍAS...

PICHORRADICAS DE UJUÉ-UXUE. SUCEDIÓ EN ROMERÍAS

DIARIO DE NAVARRA, DOMINGO, 27 DE MARZO DE 1960

IRUÑERIAS

Y SIGO COPIANDO

Hace ya bastante timpo encabecé una de mis IRUÑERÍAS con este título: «Copio, copia copiaré... y copiaré" Hoy, fiel a esa promesa, voy a dejar a un lado «mi acerada péñola», para empuñar con mano diestra la socorrida tixera. «consolatrix periodictorum" como la bautizó un tío que sabía mucho.

-Con ella en ristre revuelvo los estantes de lo que yo pomposamente llamo mi biblioteca y cogiendo al azar un libro. ¡ris, ras!, tijeretazo que te pego.

Se trata de una obrita muy popular en mis tiempos; y hoy olvidada por la vieja generación y desconocida por la moderna. Se titula «El Pais de la Gracia», del P. José María Castillo; de uno de sus capítulos «Navarra por Santa Maria o Apóstoles y Cruceros» entresaco lo que va a continuación; con ello todos saldremos ganando. Yo, porque dejo descansar esta semana mi prodigioso cacumen, y ustedes, caros lectores, porque lo que copio es muy superior a cuanto podría ofrecerles de mi cosecha,

NAVARRA POR SANTA MARIA o APOSTOLES Y CRUCEROS

El animado coro de ruiseñores y jilgueros que hace el matinal servicio en las márgenes del río Zidacos frente al antiguo castillo de los Reyes de Navarra, había suspendido momentáneamente su arrebatadora sinfonía. Eran casi las cinco de la mañana deliciosísima del postrer domingo de abril cuando los piadosos vecinos de Olite, a porfía con los ribereños de Arga, Ebro y Aragón, emprendían la tradicional romería al antiquísimo y popular Santuario de Nuestra Señora de Ujué. Alegres y campechanos como lo son los habitantes de aquella rica comarca, su plática era tan expansiva «y cordial que las pintadas cardelinas callaban el pico y se guardaban muy bien de meter su baza en el concierto.

Cruza el camino un feracísimo valle de tres leguas de largo próximamente, por dos de ancho, que separa la Montaña de la Ribera y por entre huertas villas, sembrados, olivares y corralizas, sube serpenteando desde la ciudad de Olite por repechos y colinas, hasta unirse con el que, pasando por San Martín de Unx, lleva de Tafalla directamente a la santa Montaña.

—Arre, burra, que vamos a Misa! —gritaba el tío Ramón el Caparroso, ¡«Secretaria» te hablas de llamar.

—Por qué se llama «Secretaria»?—preguntó el tío Mariano el de Falces.

—Al mocete se le ocurrió ponerle ese mote, porque al revés de la burra de Baláam, aquellri hablaba y esta escucha. A mi burra le ha de pasar como al herrero de mi pueblo, que de puro martillar se le olvidó el oficio. A la «Secretaria », en oyendo conversación, se le olvida el andar.

. —No la pegue —alegó dulcemente doña Dolores, señora ya entrada en años, que cabalgaba sobre la burra en artolas—. pues estos señores no nos podrán seguir.

---- ¡Quite Vd. señora! —contestaba el tío Mariano aunque fuera y en el ferrocarril le seguiríamos mi mujer, el mocete y yo, con el hijo que llevamos «drento»..

‘ —Pues ¿qué les trae a Ujué? — preguntó el señor Ramón, —Una satisfación mucho grande, —respondió la mujer del tío Mariano.

—Algún premio de la Lotería u cosa asi. opinó aquel.

—Mal puede ganar el que no juega, —dijo el tío Mariano.

—No cambio yo por ningún premio —continuó la labradora, que el hijo de mi alma se quede en casa, mientras otros tienen que coger el chopo.

. —Se ha librado de quintas? — preguntó afablemente Angela, hija de doña Dolores. que vestia hábito del Carmen y valerosamente hacía a pie el camino.

—Ni más, ni menos. señora. Hoy hace seis semanas le tocaba meter mano en cántaro. Su padre y yo estábamos que nos ahogábamos en una gota de agua. A mi me ocurrió hacer un voto a la Virgen Santísima de Ujué. Y a tan buena hora, porque al ir a sacar el chico del garapitero que extraía las bolas, una para mi hijo va y sale el númeró más alto.

— ¡Feo linternazo que me arreó padre! —añadió el mozo llevándose la mano al brazo. ¡Aún me diele el hombro!

. —No te quejes —objetó el señor Ramón, que yo he oído que en otros pueblos de España, se estila en un caso semejante, sacudirse de lo lindo en familia, todo de pura alegría por supuesto, y darse de sopapos y bofetadas, entre padres e hijos para memoría de tan glorioso acontecimiento.

—Figúrense Vds. si subiremos a gusto la Cuesta con los pies descalzos —exclamó la labradora.

—No hemos salido tan bien librados nosotros —dijo otra campesina pues hicimos un voto por mi padre (que Dios guarde) si sanaba, y la Virgen no nos oyó..

. — ¡No convendría! —arguyó cristianamente Angela.

. —Así lo creemos, porque él se murió el mismo día de la Virgen de Marzo..

— ¡La Virgen Santísima se lo llevaría al cielo! Mejor estará que nosotros —dijo doña Dolores.

. —Y Vds Cumplen el voto? —dijo Angela

— ¿Pues que lhemos de hacer? ¿qué diría la Virgen santísima? Pensaría que la guardábamos rencor

—Claro que parecía mal. Al santo el voto, y al niño el bollo, —dijo el señor Ramón.

Santos y buenos días, señores —saludó un hombre joven bien vestido y de carácter comunicativo, que había oído parte de la anterior conversación.

— ¡Muy felices nos los dé Dios!

—Para favores morrocotudos, el que me ha hecho a mí la Virgen de Ujué. No lo acertarán ustedes.

—Pues, ¿qué favor le ha hecho?

—Toma, sacarme de las astas del toro, como aquel que dice. Había yo ido a la marca del ganado de Lizaso en Murillo, y aunque me muero por ver toros y toreros, jamás había querido bromas con los animales de cuatro orejas.

—iQue las tienen muy pesadas! —repuso el señor Ramón.

—Verdad es. Mis amigos aquella tarde, después de haber salido a capear, se empeñaron en que yo también había de echar una suerte a un toro ligero como un cohete, que acababan de marcar; y como yo me resistiese, me dijeron que lo dejaba por falso. collón y cobarde. Oir esto y lanzarme al redondel con las manos limpias fué una misma cosa.

— ¡Qué imprudencia!

—Cristianos: al yerme el animal de dos brincos se me planta encima. Yo no se lo que entonces hice. ni lo que pasó por mí. Sólo recuerdo, que a seguida de un ay! general de congoja, sonó un grito y una estrepitosa salva de aplausos, y que me encontré del otro lado de la barrera. Los amigos me abrazaban y certificaban que había dado un quiebro sublime, que era un maestro consumado, que debía contratarme, y no se cuantos disparates más. Yo, temblando de un temblor que no podía echar de mi, me acosté con un calenturón terrible. Cinco días estuve delirando, entre la vida y la muerte, y viendo a aquel enorme toro de cinco años, junto a mí, señores, poco faltó, que no fui a contarlo al otro mundo.

Cuando me levanté. ofrecí subirme a un tejado, cada vez que vea una vaca de leche, y venir a dar las gracias a la Virgen Santísima por haber librado con el pellejo sano de tan famosa barbaridad."

Tiburcio DE OKABIO