CRóNICA DE LA ROMERíA A UJUé 29 DE ABRIL DE 2007.Tafalla.
Romería a Ujué, cita primaveral de cada año.
Pasadas las nueve de la noche, los participantes en la romería entraban en solemne procesión por la avenida de Sangüesa hacia la iglesia de Santa María. Al ritmo de la letanía mariana, romeras y romeros, en fila tras la cruz florida y ante las autoridades eclesiásticas y la imagen de la Virgen de Ujué, entraron en el recinto parroquial, recibidos por una verdadera multitud.
Comentaban algunos de los mayores que el acto de llegada es uno de los más emotivos que se celebran en la iglesia de Santa María. El cansancio en los rostros, colmados de sol, viento y aromas del campo, se suma al resplandor de un fervor antiguo que va incluso más allá de la fe: la sensación de haber sido acogidos por una Madre Universal, amorosa, compasiva y compresiva. La Virgen de Ujué, con su hermoso rostro moreno y su Niño sobre las rodillas, con su cetro y sus piedras preciosas, con su cobertura de plata y su corona de Reina, estrella de la mañana, puerta al cielo, mensajera de paz y de amor entre los seres humanos...
Cuando los peregrinos salieron de Tafalla, a las 5:30 de la mañana, y las campanas de Santa María anunciaban su partida, llovía. A la hora de caminata, se cerraron los paraguas y el tiempo se tornó acogedor. Una costumbre documentada hace casi mil años, volvía a renovarse en la madrugada del primer domingo después de San Marcos (25 de abril) en la madrugada del día 29. Miles de personas acuden a la cita y recorren los 20 kilómetros que nos separan del santuario de Ujué. En la Cruz del Saludo, los romeros de Tafalla se encuentran con los de Murillo el Fruto, Santacara, Carcastillo, Pitillas, Beire y Olite.
Las alcaldesas de Ujué María Jesús Zoroza y Maite Mañú de Tafalla, intercambiaron sus varas de mando. Los párrocos José Luis García, de Ujué y José Manuel García de Eulate, de Tafalla, sus capas pluviales. En procesión, la romería hace su entrada en la basílica y la Misa Mayor comienza. Fue oficiada ayer domingo por Monseñor Fernando Sebastián, acompañado de doce sacerdotes; a la Misa Mayor siguió la de los Auroros, celebrada por el párroco de Santa María. Los cantos a la virgen brotan en ambas celebraciones desde el calor de los corazones y el sentimiento de vivir un acto de fraternidad entre pueblos vecinos se aúna con la belleza recibida en el camino. Los tomillos florecidos, los asfódelos, las amarillas ilagas, los blancos y perfumados espinos... Son invisibles compañeros al principio hasta que la aurora con su luz peculiar les otorga el brillo de la vida.
Un momento cargado de simbolismo es el de las ofrendas: Tafalla lo hizo con la entrega de un cirio pascual, "símbolo de tradición y compromiso"; Murillo el Fruto ofreció el pan y las flores, como alegoría del fruto del trabajo y la alegría; Santacara entregó cadenas para simbolizar la unión entre los pueblos; Pitillas lo hizo con el vino, "mensaje de amistad y fraternidad" y Beire con un manojo de espárragos, obtenido del esfuerzo y la bondad de la tierra.
La Cadena Ser retransmitió la Misa de los Auroros y así, quienes no pudieron acudir al Santuario, tuvieron la oportunidad de vivir muy de cerca los acontecimientos de un día tan señalado en la historia local y comarcal.
Cuando los romeros, a su llegada a Santa María, van ocupando el espacio del altar mayor, antes de entonar el último Regina Coeli y gritar los últimos vivas a la virgen morenica, a pesar de las túnicas negras y del abigarramiento del momento, se desprende una inefable luz de las miradas. Algo pasa. La Virgen de Ujué sobre el altar sonríe. El amor se expande.
[GoogleBarVIP= 702].
Romería a Ujué, cita primaveral de cada año.
Pasadas las nueve de la noche, los participantes en la romería entraban en solemne procesión por la avenida de Sangüesa hacia la iglesia de Santa María. Al ritmo de la letanía mariana, romeras y romeros, en fila tras la cruz florida y ante las autoridades eclesiásticas y la imagen de la Virgen de Ujué, entraron en el recinto parroquial, recibidos por una verdadera multitud.
Comentaban algunos de los mayores que el acto de llegada es uno de los más emotivos que se celebran en la iglesia de Santa María. El cansancio en los rostros, colmados de sol, viento y aromas del campo, se suma al resplandor de un fervor antiguo que va incluso más allá de la fe: la sensación de haber sido acogidos por una Madre Universal, amorosa, compasiva y compresiva. La Virgen de Ujué, con su hermoso rostro moreno y su Niño sobre las rodillas, con su cetro y sus piedras preciosas, con su cobertura de plata y su corona de Reina, estrella de la mañana, puerta al cielo, mensajera de paz y de amor entre los seres humanos...
Cuando los peregrinos salieron de Tafalla, a las 5:30 de la mañana, y las campanas de Santa María anunciaban su partida, llovía. A la hora de caminata, se cerraron los paraguas y el tiempo se tornó acogedor. Una costumbre documentada hace casi mil años, volvía a renovarse en la madrugada del primer domingo después de San Marcos (25 de abril) en la madrugada del día 29. Miles de personas acuden a la cita y recorren los 20 kilómetros que nos separan del santuario de Ujué. En la Cruz del Saludo, los romeros de Tafalla se encuentran con los de Murillo el Fruto, Santacara, Carcastillo, Pitillas, Beire y Olite.
Las alcaldesas de Ujué María Jesús Zoroza y Maite Mañú de Tafalla, intercambiaron sus varas de mando. Los párrocos José Luis García, de Ujué y José Manuel García de Eulate, de Tafalla, sus capas pluviales. En procesión, la romería hace su entrada en la basílica y la Misa Mayor comienza. Fue oficiada ayer domingo por Monseñor Fernando Sebastián, acompañado de doce sacerdotes; a la Misa Mayor siguió la de los Auroros, celebrada por el párroco de Santa María. Los cantos a la virgen brotan en ambas celebraciones desde el calor de los corazones y el sentimiento de vivir un acto de fraternidad entre pueblos vecinos se aúna con la belleza recibida en el camino. Los tomillos florecidos, los asfódelos, las amarillas ilagas, los blancos y perfumados espinos... Son invisibles compañeros al principio hasta que la aurora con su luz peculiar les otorga el brillo de la vida.
Un momento cargado de simbolismo es el de las ofrendas: Tafalla lo hizo con la entrega de un cirio pascual, "símbolo de tradición y compromiso"; Murillo el Fruto ofreció el pan y las flores, como alegoría del fruto del trabajo y la alegría; Santacara entregó cadenas para simbolizar la unión entre los pueblos; Pitillas lo hizo con el vino, "mensaje de amistad y fraternidad" y Beire con un manojo de espárragos, obtenido del esfuerzo y la bondad de la tierra.
La Cadena Ser retransmitió la Misa de los Auroros y así, quienes no pudieron acudir al Santuario, tuvieron la oportunidad de vivir muy de cerca los acontecimientos de un día tan señalado en la historia local y comarcal.
Cuando los romeros, a su llegada a Santa María, van ocupando el espacio del altar mayor, antes de entonar el último Regina Coeli y gritar los últimos vivas a la virgen morenica, a pesar de las túnicas negras y del abigarramiento del momento, se desprende una inefable luz de las miradas. Algo pasa. La Virgen de Ujué sobre el altar sonríe. El amor se expande.
[GoogleBarVIP= 702].
