Pueblos como Gallipienzo, Aibar y Cáseda son buena prueba del carácter defensivo de la región, pero no es hasta que atisbamos el perfil de Ujué que nos arrebata su sentido histórico. UJUE constituye el ejemplo más impactante de estas villas levantadas para la defensa fronteriza. Encaramada como un nido de águilas sobre un alto que contempla los llanos de la Ribera, es como un sueño hecho fortaleza. El casco urbano, de trazado medieval, se arracima en calles de esforzada pendiente que invariablemente llevan a la iglesia-fortaleza de Santa María. Si bien su fundación se remonta a principios de la Reconquista, su actual conjunto románico data de los siglos XI-XII. Carlos II el Malos -apodo impuesto por sus enemigos- amplió el templo con una nave y una torre, ambas de estilo gótico, además de almenas, pasos de carreteras de circunvalación y contrafuertes. Los que quieran saber cómo se construye un bastión inexpugnable no deben perderse esta magistral obra defensiva; verán como el espiritu del Medievo parece revivir de nuevo, esta vez para vencer con el hechizo.
Extracto de la revista Rutas del Mundo del mes de septiembre 2005, del artículo "Navarra , el amanecer medieval".
Extracto de la revista Rutas del Mundo del mes de septiembre 2005, del artículo "Navarra , el amanecer medieval".
