En el término de
Los Arcos se localizan los asentamientos arqueológicos de La Atalaya, El Castillar y
San Lorenzo, fechados en la Edad del Hierro. En la época
romana se pobló el actual núcleo, en concreto el lugar donde se asentaba el
antiguo castillo. Perteneció a la circunscripción
militar de la ciudad romana de Curnonium, citada por Ptolomeo en su “Geografía Ibérica”, que algunos autores quieren identificar con Los Arcos y otros con su despoblado de Oya de Cornaba, distante
cinco kilómetros.
La
villa tuvo antiguamente el nombre de Urancia, según refiere la crónica de Turpin (siglo XII) en la que se dice “Urancia que dicitur Arcus”. Desde el siglo XII Los Arcos será su nombre común. Cruce de
caminos reales, gozó de mucho esplendor y su emplazamiento sobre el
camino de Santiago debió de contribuir a un rápido desarrollo. Fue también un importante punto de paso de
comercio entre
Castilla y
Navarra.
Antiguo partido de la merindad de Estella, capital de lo que fue partido exento de jurisdicción, Los Arcos comprendía además las villas de
Armañanzas,
El Busto,
Sansol,
Torres del Río, y
Melgar, esta última desaparecida. Estas últimas eran aldeas del partido de Los Arcos
Sometida al dominio musulmán, Los Arcos es reconquistada por Sancho Garcés I, quien libra de tributos a sus moradores por su heroica intervención en la Batalla de Valdejunquera. Un siglo después, volvieron a destacarse sus moradores en la Batalla de Valdegón o de los tres Sanchos, en este caso por el manejo del
arco, por lo que Sancho el de Peñalén dio
escudo con arcos y flecha a la villa, que desde entonces se llamará Los Arcos.
FUERO PROPIO DESDE 1175
El rey del Reino de Navarra Sancho VI el Sabio concedió a Los Arcos Fuero Propio equiparando en sus prestaciones a “francos” y “labradores” y estableciendo garantías para la celebración del
mercado semanal. Es ahora cuando la villa pasa por uno de sus momentos de esplendor del cual nos queda un elocuente testimonio en las estructuras primitivas de la
parroquia de
Santa María, comenzada a construir en un
Románico tardío. Coincide también este período con el paso de los
peregrinos a Santiago, para cuyo socorro se construyó un
hospital. A lo
largo de la Edad
Media en su
recinto urbano convivieron los oriundos del territorio, francos y judíos. Las
ferias y
mercados concedidos por los reyes, la presencia de hospitales y lazaretos, y las
edificaciones civiles y religiosas son símbolo de la pujanza alcanzada, y
reflejo de todo ello es su lugar en las Cortes del Reino en 1423. Juan Périz ocupa como procurador el séptimo lugar del brazo de las Universidades. La villa disfrutó siempre de asiento en las Cortes del Reino.
Su proximidad con Castilla hizo de Los Arcos escenario de incursiones de los castellanos o de conflictos con ellos, así en 1274 la invadieron las tropas de Alfonso X el Sabio y tuvo que sufrir la guerra que hubo en época de Juan II.
En 1571 Felipe II ratificó sus fueros y visitó la villa en 1592. También volvieron a ratificar sus fueros Carlos II (1697) y Felipe V (1701). Esto dejó una profunda huella en el ser de sus pobladores y también en su urbanismo. Ahí están los
porches de la plaza de la
Fruta y los de la Plaza de Santa María, recordándonos a los Portales de Logroño y los de
Palencia, y que merecieron la atención de Pío Baroja en su “Guía del
País Vasco”.