La luz cambiante que se refleja en las calles de Guitirz contra los cristales que separan las calles de los hogares. La piedra de alguna de sus casas que reciben el Sol del atardecer con una suave caricia tintada de color granate en esos días de otoño que presagian la noche corta y certera que conduce al invierno. Los caminos y senderos de molinos que con sus puentes y su tierra que mece nuestros pies a cada paso recordando la naturaleza en contraste con las calles de la parte urbana. Esa Iglesia, ... (ver texto completo)