
En 25 de enero de 1239
Catí fue dado a poblar por Blasco de Alagón, a Ramón de Bocona (futuro poblador de Onda), y a cuarenta hombres más, (hecho que fue confirmado por el rey Jaime I, en 1243). Por los nombres de aquellos primeros vecinos se supone que procedían de las tierras de
Lérida. La fidelidad era su principal virtud, que se reconoce al conceder a Catí un
escudo de armas cuya figura principal es un perro andante, símbolo de la fidelidad activa.
Catí ha participado en cuantos hechos históricos ha tomado parte la ciudad de
Morella. Así, hombres de Catí toman parte en la conquista de Mazalquivir, Orán y Bujía, en la Nave del Bayle de Morella. Ello a pesar de que la villa de Catí, junto a las demás aldeas, comenzó en 1292 un pleito contra Morella, que no concluyó hasta que en 1691 les fue concedida la independencia.
Turismo
Es bien conocida la bondad de las
aguas del manantial del Avellá (los árabes ya conocían sus propiedades curativas), y el tranquilo lugar que ocupa el conjunto del ermitorio de Ntra. Señora de la Misericordia y el
balneario.
Desde l’Avellá se pueden efectuar
paseos por toda la
sierra. Algunos se atreven a llegar hasta la
ermita de
Santa Lucía, en Salvasoria y los más jóvenes no desdeñan la posibilidad de acercarse hasta Gibalcolla, para pasar la jornada en la
finca donde pastan las reses bravas y la yeguada.
A partir de Catí se pueden efectuar unas breves
excursiones a:
Ermitas de
San Vicente, El Pilar, El Avellá, Santa Ana, Santa Lucía y Vallivana,
Castillos de Ares y Morella. Pinturas rupestres de
Cueva Remigia, Valltorta y Morella.
Playas de Vinaroz, Benicarló y Peñíscola.