Mátanme los celos
de aquel andaluz:
hágame, si muriere,
la mortaja azul.
Perdí la esperanza
de ver mi ausente:
Háganme, si muriere,
la mortaja verde.
Madre, sin ser monja,
soy ya descalza,
pues me tiene la ausencia
sin mi Zapata.
La mitad del alma
me lleva la mar;
volved, galeritas,
por la otra mitad.
de aquel andaluz:
hágame, si muriere,
la mortaja azul.
Perdí la esperanza
de ver mi ausente:
Háganme, si muriere,
la mortaja verde.
Madre, sin ser monja,
soy ya descalza,
pues me tiene la ausencia
sin mi Zapata.
La mitad del alma
me lleva la mar;
volved, galeritas,
por la otra mitad.
Muera yo en tu playa,
Nápoles bella,
y serás sepulcro
de otra sirena.
Pídenme que cante,
canto forzada;
¡quién lo fuera vuestro,
galeras de España!
Mientras hago treguas
con mi dolor,
si descansan los ojos,
llore la voz.
Ausente de mi vida,
tú en agua, yo navego
en lágrimas de fuego
después de tu partida.
Nápoles bella,
y serás sepulcro
de otra sirena.
Pídenme que cante,
canto forzada;
¡quién lo fuera vuestro,
galeras de España!
Mientras hago treguas
con mi dolor,
si descansan los ojos,
llore la voz.
Ausente de mi vida,
tú en agua, yo navego
en lágrimas de fuego
después de tu partida.