SORIA: Y estos pajaros tienen monumentos en este pais todavia?

Hace unos días, en la edición digital de HERALDO DE SORIA, se recogían unas declaraciones de María Eugenia Yagüe, hija del general Yagüe, en las que anunciando su retirada del PP hacía estos comentarios: "no aceptan (algunos sectores), ni admiten que han perdido la Guerra Civil". Es lamentable que a estas alturas del siglo, setenta años después de concluída aquella barbarie, se viertan estas expresiones. Hoy, los que vivimos, ni perdimos ni ganamos guerras y no sería justo cargar las tintas contra los descendientes de uno u otro bando, algunos de los cuales, incluso, tienen ideologías contrarias a las de sus progenitores. Aunque estos foros no son para atizar cuestiones políticas ni es mi intención, la figura de Yagüe, como soriano, no puede dejarnos indiferentes. Los sentimientos de la hija hacia su padre son humanamente comprensibles, aunque sus declaraciones no tienen justificación alguna. Ayer, en el mismo diario citado, en su edición digital, volvía a surgir la polémica sobre la conveniencia o no de retirar el monolito de San Leonardo. Quise como ciudadano enviar mi opinión, pero no sé si por cuestiones técnicas o de otro tipo el hecho es que no fue recogida. Sin embargo, me vuelve a llamar la atención otra opinión aparecida allí en la que una persona, amén de seguir con perdedores y vencedores, vierte un comentario que no se ajusta a la realidad, y que cito aquí:
"... el Gral. Yagüe -se dirigía a otra persona- no iba fusilando a nadie. A poco que busques en los libros, podrá saber que nunca ordenó ningún fusilamiento y que lo de Badajoz ocurrió cuando él ya no estaba en la ciudad. Esta comprobado que el periodista que escribió sobre ello en aquel año, no estaba presente en Badajoz, es decir, publicó lo que se inventó o lo que le dijeron que se inventara." Como no he podido rebatirlo, traigo estos datos a este foro de Soria que, aunque no tiene la audiencia de "Heraldo de Soria", sí al menos servirá a los pocos que nos visitan. No se trata de pasar factura a nadie, pero esconder la cabeza bajo el ala y negar la historia no creo que beneficie a la verdad. "La verdad os hara libres."

Las matanzas de Badajoz
Rafael Tenorio
¡Qué verbena de sangre y de horror homicida! - Julián Zugazagoitia
La ciudad de Badajoz tenía, en agosto de 1936, 40.000 habitantes y estaba defendida por tres o cuatro mil hombres. Unos tres mil milicianos sin preparación militar y de entusiasmo desigual y 500 soldados que tenían que hacer frente a dos columnas de mil quinientos hombres cada una, al mando del teniente coronel Yagüe. El armamento de los atacantes y su organización eran infinitamente superiores a todo lo que podía ofrecer para su defensa la ciudad de Badajoz. Además, la aviación alemana e italiana acudieron en auxilio de Yagüe (parece ser que los Ju-52 despegaron de aeródromos portugueses y también que algunas tropas de Yagüe se infiltraron por la raya de Portugal para sorprender a los republicanos por la espalda).

EL día 11 de agosto, la columna de Tella se apoderó de Mérida, cortando el ferrocarril y la carretera de Madrid-Badajoz, lazo de unión de esta última con el resto de España.
Entonces Yagüe tomó las columnas de Castejón y de Asensio -cada columna se componía de una Bandera del Tercio (800 hombres); un Tabor de regulares (600 hombres); una o dos baterías; fuerzas de ingenieros y servicios complementarios; cada columna llevaba detrás pelotones de requetés, falangistas o simplemente voluntarios de derechas que actuaban como policía política en el terreno conquistado- y se dirigió hacia la capital extremeña, donde llegó el 13 de agosto.

Pero el día 12 la ciudad fue bombardeada por los aires y empezaron las deserciones en masa. El día 13 Badajoz estaba sin luz eléctrica y rodeada de enemigos por todas partes. Sólo conservaba sus murallas del siglo XVIII, defendidas por grupos de milicianos y de soldados.
Por la tarde del día 13, Castejón lanzó a sus hombres contra las murallas de la ciudad. Se combatió en varios sectores: Puerta del Pilar, Fuerte de la Pardalara, Puerta de la Trinidad, por donde atacó Asensio, y Cuartel de Menacho. El comandante Alonso y los milicianos rechazaron con fuego de ametralladoras el primer asalto. La guardia civil de Badajoz aprovechó la confusión del combate para sublevarse por la espalda. Los tiroteos internos no cesaron en toda la noche.

Al amanecer del día 14, la artillería rebelde abrió fuego contra las murallas de Badajoz. Este intenso bombardeo duró varias horas y destrozó las murallas y las viviendas de los alrededores. Álvarez del Vayo asegura que el armamento venía directamente de Portugal en camiones.
Por la tarde recomenzó el asalto por las brechas que había abierto la artillería. Las tanquetas de la columna de Asensio forzaron la Puerta de la Trinidad, derruida por los impactos, y los legionarios se lanzaron de nuevo al asalto; el fuego de las ametralladoras volvió a parar de nuevo sus grandes impulsos y a ocasionarles numerosas bajas. A pesar de las grandes pérdidas -127 en el primer momento-, los legionarios de la 16 compañía echaron pie en la ciudad y establecieron los primeros escalones para su conquista.

A las cuatro de la tarde, los rebeldes dominaban ya gran parte de la ciudad, pero la lucha callejera continuaba, y continuará hasta el anochecer. En la catedral se refugiaron cincuenta milicianos y pelearon hasta quedarse sin municiones; luego fueron capturados y ejecutados ante el altar mayor -pese a que se ha dicho que se suicidaron, la verdad es que fueron ejecutados a los pies del altar mayor por los legionarios.
El teniente coronel Yagüe pudo liberar a 380 prisioneros políticos de derechas, que se encontraban en la cárcel sanos y salvos.
Los fascistas han tenido siempre la fea y cobarde costumbre de negar la existencia de sus crímenes. Con la caída de Badajoz se cometió una matanza feroz que, a pesar de haber sido reconocida por su promotor el teniente coronel Yagüe, ha sido siempre considerada como inexistente y como mera propaganda republicana.

Sin embargo, hubo dos matanzas en Badajoz de gente humilde y nada ha podido justificar este horrendo crimen. Las matanzas de Badajoz parecen ser las más caprichosas y sanguinarias que se hayan perpetrado en la guerra. El 14 de agosto de 1936, los hombres del teniente coronel Yagüe se apoderaron por la fuerza de Badajoz y, horas más tarde, el último foco de resistencia de la catedral cayó en poder de los legionarios.
Inmediatamente después sucedió la primera matanza. Los moros, sueltos como perros rabiosos y armados hasta los dientes, cayeron sobre la ciudad martirizada y asesinaron alevosamente a todo aquel que se aventuraba a salir a la calle. Cayó mucha gente inocente, mujeres indefensas, hombres que no habían combatido, niños y ancianos. Hubo quien murió acuchillado simplemente por llevar un reloj o una cadena de oro que despertaba la codicia de los mercenarios moros al servicio del fascismo español. En Badajoz se vieron cadáveres con cuchillos clavados hasta la empuñadura. Las cifras que puedan avanzarse pecan desde su origen, ya que nunca se han hecho estadísticas de los muertos de Badajoz. No obstante, se ha hablado de un millar de muertos en la primera jornada. Y este crimen lo hicieron los moros y los legionarios.

Algunos oficiales alemanes, al servicio del general Franco, se dieron el gusto de fotografiar cadáveres castrados por los moros, y fue tal la sacudida de espanto que produjeron los cadáveres castrados, que el general Franco se vio en la obligación de mandar a Yagüe que cesaran las castraciones y los ritos sexuales con el enemigo muerto. Sin embargo, en Toledo, mes y medio después, también encontraremos cadáveres castrados, y en diciembre, en los combates alrededor de Madrid, también habrá cadáveres de internacionales castrados por los moros o los legionarios. La segunda matanza sucedió cuando Yagüe hizo acopio de prisioneros -la mayoría civiles- que había recogido por toda la provincia castigada o que le había entregado el caballero cristiano Antonio de Oliveira Salazar, sabiendo éste perfectamente que los entregaba a un verdugo.

Hubo también un grupo de oficiales rebeldes que entraron en Portugal -en la ciudad de Elvas y sus inmediaciones- a buscar refugiados para llevárselos a las trágicas arenas de la Plaza de Toros de Badajoz, donde pensaban dar un festival de sangre como no se había visto nunca en el mundo. Entre los refugiados capturados había también numerosos civiles que no habían participado en los combates por edad o temperamento y heridos que serían fusilados en la ignominiosa ceremonia de la Plaza de Toros.
Las tropas victoriosas amontonaron a los prisioneros y, sin establecer responsabilidades o buscar a los culpables, los ejecutaron. Sacaban a las víctimas por la puerta de caballos y los dejaban en el ruedo sin defensas. Las ametralladoras habían sido fijadas en las contrabarreras del toril.

Para este espectáculo hubo entradas e invitaciones, a él acudieron señoritos de Andalucía y de Extremadura, terratenientes sedientos de venganza y falangistas de reciente camisa; también acudieron mujeres. Allí fueron sacrificados milicianos, soldados, hombres de izquierda, campesinos sin partido, jornaleros, pastores y sospechosos. Las arenas quedaron rojas y húmedas de sangre. De nuevo podrían citarse varias cifras, aunque siempre pecarían por los mismos motivos que ya hemos citado más arriba. El periodista norteamericano Jay Allen, que entró en Badajoz poco después, dijo que hubo 1.800 ejecuciones en las primeras doce horas y oyó decir a oficiales rebeldes que había habido 4.000 ejecuciones en total.

Hugh Thomas, que estudió el caso más de veinte años después, cree que la cifra de víctimas está más cerca de 200 que de 2.000. Thomas es el único que avanza una cifra tan pequeña, que ni siquiera Yagüe sé ha atrevido a reducir.
César M. Lorenzo dice que hubo, aproximadamente, mil quinientas ejecuciones. Manuel Tuñón de Lara avanza la cifra de mil doscientos, antes del 15 de agosto. Ricardo Sanz menciona a más de «tres mil antifascistas ejecutados». El filósofo cristiano Jacques Maritain protestó contra el crimen de «cientos de hombres», y James Cleugh, que simpatizaba con los rebeldes, dijo que hubo dos mil ejecuciones.

De todos modos, importan menos las cifras que lo que simbolizan. Doscientos o cuatro mil, ¿qué importa? -ha pasado tanto tiempo-; lo que realmente cuenta es el hecho de matar colectivamente a gente indefensa. Este hecho no pierde su trágico contenido porque la cifra sea más o menos reducida. Por primera vez en la historia de España, un ejército mandado por oficiales y jefes españoles entraba en una ciudad española y cometía una carnicería monstruosa, castrando cadáveres, apuñalando heridos y mujeres, ametrallando a gente indefensa en las arenas de la Plaza de Toros. Y todo eso delante de varios periodistas extranjeros, que entraron en la ciudad poco después que los moros y los legionarios y que divulgaron amplias noticias de esta hecatombe sin precedentes.

Esta vez los rebeldes se dieron cuenta del poder que ejercía la prensa en la opinión pública, y fue entonces cuando decidieron atajar el mal que ellos mismos habían engendrado con su barbarie.
En Badajoz entraron, por lo menos, cinco periodistas: Jacques Berthet, de Le Temps; Mario Neves, del Diario de Lisboa; otro francés llamado Marcel Dany, de la Agencia Havas; el norteamericano John T. Whitaker, del New York Herald Tribune; el fotógrafo y camerógrafo francés René Bru y, poco más tarde, Jay Allen, del Chicago Tribune y del News Chronicle. También logró entrar un corresponsal de la United Press, que no ha sido todavía identificado. Todos ellos hablaron de las matanzas de Badajoz.

El domingo 16 de agosto, Le Populaire y Le Temps, en primera plana, y Le Figaro y Paris-Soir, en la página tres, anunciaron los sucesos de Badajoz.
«LOS FASCISTAS ASESINAN A LA POBLACION DE BADAJOZ» era el título de Le Populaire, que poseía la información del enviado de la Agencia Havas, y en su comunicado se pueden leer cosas como éstas: «La sangre corre por las aceras. Los legionarios y los moros continúan ejecutando en masa», «Barrios enteros están en llamas y el número de víctimas, mujeres, niños y ancianos es innumerable. En los pueblos de los alrededores las tropas han pasado por las armas a todos los que eran fieles al Gobierno», «Están teniendo lugar ejecuciones en masa», «Los cadáveres cubren el suelo», «En la plaza del Ayuntamiento yacen los partidarios del Gobierno que fueron ejecutados contra el muro de la catedral», «La sangre corre por las aceras. Por todas partes se encuentran charcos coagulados».

En la fuente citada aparecen las fotografías, pero no hay capacidad para enviarlas con estos mensajes.
Saludos.

Y estos pajaros tienen monumentos en este pais todavia?
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
En Alemania no pasaría esto, no. Y eso que los nazis no lucharon contra los alemanes, sino contra los demás países. Pero Alemania es un país serio y los demócratas no apoyan estas cosas, al contrario que algunos "democrátas" nostálgicos de ahora.