Poco queda ya de aquella Soria medieval. Construcciones ramplonas y sin personalidad, hijas de la vulgaridad, la chapucería, el afán especulativo y el mal gusto, se han enquistado en su casco antiguo degradándolo, poco a poco, hasta convertirlo en un amasijo de casas vetustas y ruinas nuevas que lo harían irreconocible para los que nos precedieron sólo dos o tres generaciones atrás. Sería de justicia, para conocimiento de propios y extraños, de los presentes y de quienes nos sucedan, hacer honor ... (ver texto completo)