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SORIA: (continuación 6)...

(continuación 6)

Patatas bravas, las del Caribe, en el Tubo, decorado con murales de bucaneros y hermosas mujeres, cañones y barriles de ron, que hacían navegar nuestra fantasía en el barco del capitán Kidd hasta las remotas Antillas. Germán Ortigosa prefería “quedarse” en el más cercano Cantábrico, pues, enamorado de lo norteño, vez que entraba en el bar, vez que se iba derecho a la máquina de discos en busca del inglés que vino a Bilbao, a ver la ría y el mar… mientras el popurrí seguía incansable, ya en los toros de San Sebastián, ya en los de Valladolid, terminando por convencernos, de tanto oírlo, que el ramillete tenía que ser por fuerza Santurce Bilbao y Portugalete. Dichosos tiempos en que todavía no nos habían comido el terreno y la sesera la música anglosajona y las sevillanas. El Tubo, bien es verdad, no ha vuelto a ser lo que era. Quedan casi todos los bares, sí, aunque la mayoría han cambiado de dueño y el ambiente es otro. Así ocurrió con el Iruña de Ángel El Alpargatero, el Patata del Nicesio, el Brasil del Abelio y el Benja o el Pacho del Gregorio y el Lázaro. Puede que también el Bambi haya arrojado la toalla, y acaso el antiguo Buja ya no conserve la cabeza de toro de cuando fue sede de la Peña Taurina.