Este pueblo de Garueña
aunque no tiene balcones
tiene cuatro chavalinas
que roban los corazones
Hoy vamos a hablar de uno de los pueblos más entrañables de Omaña: Garueña. Se trata de una pequeña población situada entre Vegarienza y Sosas del Cumbral. Con su iglesia, sus cuestas pobladas de robles y escobas y el pequeño arroyo que divide el pueblo y riega las feraces huertas que ocupan sus márgenes, es uno de los puntos más idílicos de nuestra comarca. Además de la belleza paisajística, en Garueña abunda la belleza del carácter de sus gentes. Sus puertas siempre están abiertas para el forastero. Cualquier visitante recibirá un trato magnífico y familiar. Éste carácter ha favorecido algo importantísimo: la continuidad de la vida comunal. Algo que antaño era tan común a todos los pueblos, hoy sólo se mantiene en unos pocos sitios. Aquí la vecindad sigue unida, como una piña, para defender lo suyo, para celebrar las fiestas y eventos y para compartir alegrías y penas.
Garueña también es rica en tradiciones. Gracias a ello he podido conocer este pueblo y a muchos de sus vecinos. De entre todo el acervo cultural, podemos citar algunas leyendas que me ha indicado Margarita Carro González.
Una es la de la Peña de la Patada. Tan singular topónimo tiene una explicación mitológica. Se trata, según cuentan desde hace siglos, de una huella del caballo de Santiago, que pasó por aquí en tiempos de la Reconquista, para matar moros.
Otra cuenta que el primer pueblo fundado fue Arienza, por obra de dos hermanos romanos, llamados Mallo. Tras terminarse las explotaciones auríferas de La Puebla (entre El Castillo y Vegarienza), se casaron y se establecieron en Arienza. Con el tiempo discutieron y uno de ellos se marchó hasta donde actualmente se erige Garueña, fundando este lugar.
Una tercera historia que me transmite Margarita es la que cuenta que en Garueña hubo un corregidor hasta comienzos del S. XIX (final del Antiguo Régimen, al que está ligado el cargo de corregidor). De la casa que habitaba sólo quedan restos. Esa casa contaba con una cárcel, de la cual se escaparon dos presos a los cuales tuvo que responder con oro. Para tal fuga, los susodichos presos excavaron un túnel. Pues resulta que en los años cincuenta del S. XX, en esa casa, se encontró un agujero en el medio del corral. El padre y el tío de nuestra amiga Margarita cavaron hasta encontrar unas escaleras hechas en piedra. Bajaron por ellas hasta que llegaron a un nivel en el que el agua inundaba el pozo. Eso no les permitió continuar y desistieron de su aventura. A pesar de ello, metieron un varal por el agua y no encontraron resistencia, por lo que, como dice nuestra transmisora: “el misterio continúa”.
Por último, no debo olvidarme de citar el tema por el que yo más conozco Garueña: la música y el baile tradicional. Desde 1999 he tenido la oportunidad de asistir a varias veladas con sus vecinos, aprendiendo el baile chano y la jota. Y por supuesto la pandereta. Gracias a Concha García, que todavía nos deleita con su saber hacer y a Minda Díez Gutiérrez, que por desgracia nos dejó hace algunos años, pude conocer cómo antiguamente, en los pueblos omañeses, se hacía baile al son de la pandereta. Instrumento sencillo, pero que cuando cae en manos expertas, como son las de Concha y eran las de Minda, hacen bailar a cualquiera, tanto suelto como agarrado.
Muchas gracias a todos los vecinos de Garueña, por los saberes, por los buenos momentos pasados y por supuesto, por vuestra amistad.
David Álvarez Cárcamo, el de Guisatecha.
MIRAD QUE BONITO LE HA QUEDADO A DAVID LA PRESENTACIÓN DE GARUEÑA--ESTO LO ACABA DE SACAR DE SU BLOG
aunque no tiene balcones
tiene cuatro chavalinas
que roban los corazones
Hoy vamos a hablar de uno de los pueblos más entrañables de Omaña: Garueña. Se trata de una pequeña población situada entre Vegarienza y Sosas del Cumbral. Con su iglesia, sus cuestas pobladas de robles y escobas y el pequeño arroyo que divide el pueblo y riega las feraces huertas que ocupan sus márgenes, es uno de los puntos más idílicos de nuestra comarca. Además de la belleza paisajística, en Garueña abunda la belleza del carácter de sus gentes. Sus puertas siempre están abiertas para el forastero. Cualquier visitante recibirá un trato magnífico y familiar. Éste carácter ha favorecido algo importantísimo: la continuidad de la vida comunal. Algo que antaño era tan común a todos los pueblos, hoy sólo se mantiene en unos pocos sitios. Aquí la vecindad sigue unida, como una piña, para defender lo suyo, para celebrar las fiestas y eventos y para compartir alegrías y penas.
Garueña también es rica en tradiciones. Gracias a ello he podido conocer este pueblo y a muchos de sus vecinos. De entre todo el acervo cultural, podemos citar algunas leyendas que me ha indicado Margarita Carro González.
Una es la de la Peña de la Patada. Tan singular topónimo tiene una explicación mitológica. Se trata, según cuentan desde hace siglos, de una huella del caballo de Santiago, que pasó por aquí en tiempos de la Reconquista, para matar moros.
Otra cuenta que el primer pueblo fundado fue Arienza, por obra de dos hermanos romanos, llamados Mallo. Tras terminarse las explotaciones auríferas de La Puebla (entre El Castillo y Vegarienza), se casaron y se establecieron en Arienza. Con el tiempo discutieron y uno de ellos se marchó hasta donde actualmente se erige Garueña, fundando este lugar.
Una tercera historia que me transmite Margarita es la que cuenta que en Garueña hubo un corregidor hasta comienzos del S. XIX (final del Antiguo Régimen, al que está ligado el cargo de corregidor). De la casa que habitaba sólo quedan restos. Esa casa contaba con una cárcel, de la cual se escaparon dos presos a los cuales tuvo que responder con oro. Para tal fuga, los susodichos presos excavaron un túnel. Pues resulta que en los años cincuenta del S. XX, en esa casa, se encontró un agujero en el medio del corral. El padre y el tío de nuestra amiga Margarita cavaron hasta encontrar unas escaleras hechas en piedra. Bajaron por ellas hasta que llegaron a un nivel en el que el agua inundaba el pozo. Eso no les permitió continuar y desistieron de su aventura. A pesar de ello, metieron un varal por el agua y no encontraron resistencia, por lo que, como dice nuestra transmisora: “el misterio continúa”.
Por último, no debo olvidarme de citar el tema por el que yo más conozco Garueña: la música y el baile tradicional. Desde 1999 he tenido la oportunidad de asistir a varias veladas con sus vecinos, aprendiendo el baile chano y la jota. Y por supuesto la pandereta. Gracias a Concha García, que todavía nos deleita con su saber hacer y a Minda Díez Gutiérrez, que por desgracia nos dejó hace algunos años, pude conocer cómo antiguamente, en los pueblos omañeses, se hacía baile al son de la pandereta. Instrumento sencillo, pero que cuando cae en manos expertas, como son las de Concha y eran las de Minda, hacen bailar a cualquiera, tanto suelto como agarrado.
Muchas gracias a todos los vecinos de Garueña, por los saberes, por los buenos momentos pasados y por supuesto, por vuestra amistad.
David Álvarez Cárcamo, el de Guisatecha.
MIRAD QUE BONITO LE HA QUEDADO A DAVID LA PRESENTACIÓN DE GARUEÑA--ESTO LO ACABA DE SACAR DE SU BLOG
hola chicas veo que os ha gustado lo de Garueña
Hola Marga, a mi me gusto.
ya estas de carnaval
Aqui desde ayer
nosotros hasta el próximo sábado, el día 12
Me parto de risa con España.... tan católica ella; lo digo porque en Alemania (sobre todo la zona de Colonia que es protestante) se terminan los carnavales el miercoles de ceniza, pues ya comienza la Cuaresma.
¿Que quieres decir?
Que allí que no son católicos respetan la Cuaresma y aquí que la mayoría lo somos nos la saltamos a la torera y proseguimos con la fiesta pagana que es el carnaval (carnal).
No, porque el martes es el entierro de la sardina, y miercoles la cuaresma
Eso ahí donde tu vives, pero aquí en Murcia y por lo que dice Marga por allí tambien siguen hasta el domingo de piñata (que es después del miercoles de Ceniza).
sí, aquí en Astorga son el sábado de Piñata. Muy católicos pero la pela es la pela como en la Bañeza son hasta el martes y encima antes tenían mucha fama aquí los festejan el sábado siguiente, eso sí. con el correspondiente permiso eclesiástico, sobre todo antes. En Astorga solo se celebran desde la democracia pero en la Bañeza no pudieron con ellos ni la dictadura.
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