El Jabato "LA MUERTE AL ACECHO", ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

Argumento

Contexto

Víctor Mora afirma haber situado esta historieta 73 años antes de Jesucristo (pese a que sea cristiano), tras la muerte de Espartaco. No está demasiado clara, de todos modos, la época exacta en la que vive El Jabato, dado que en algún episodio se cita a Nerón, en otro a Trajano, e incluso hay alguno donde se nombra a un ficticio emperador Sulla, mientras que en aventuras más recientes se trata de Tito.

Argumento

Los romanos consideran a El Jabato y sus amigos como proscritos muy peligrosos, y hacen todo lo posible por capturarlos cada vez que estos se aventuran a acercarse a los vastos territorios del Imperio Romano. Como es lógico, ellos no dudarán en aprovechar la mayoría de las oportunidades de que disponen para luchar al lado de los pueblos oprimidos, tanto por Roma como por otros tiranos (a cada cual más exótico). Obligados a vivir en el exilio, en muy raras ocasiones los protagonistas vuelven a su Iberia natal, donde solo pueden comportarse como guerrilleros. Armonía Rodríguez (esposa del guionista), recordó que Mora solía dejar a Jabato en situaciones terribles sin saber cómo lo sacaría la siguiente semana. "Ya me apañaré" decía.

Protagonistas

Contrariamente al esquema seguido por Víctor Mora en otros personajes, comenzó con tan sólo dos héroes, ambos íberos que combatían los excesos de los emperadores romanos.

El primero de ellos, Jabato, es un pacífico campesino que, esclavizado por Roma y convertido a la fuerza en gladiador, pronto lidera una rebelión de gladiadores y consigue escapar del circo, para dedicarse luego a recorrer el mundo como un justiciero errante. Su indumentaria habitual se compone de faldellín (generalmente rojo en la versión coloreada), que deja al descubierto sus piernas protegidas por sendas grebas metálicas, y sandalias de cuero en los pies, así como una reluciente coraza de escamas («lorica squamata», que en los primeros cuadernos habría arrebatado a un general cartaginés en la ciudad de Zaal).

El segundo, Taurus, es un gigante barbudo y comilón, leñador de profesión y mejor amigo de El Jabato ya incluso antes de la invasión romana, por lo que desde el principio se convierte en su inseparable compañero de aventuras alrededor del mundo. Su indumentaria habitual está elaborada a base de pieles de algún animal (al más puro estilo de muchos pueblos bárbaros). Otra de sus características más resaltables es su peculiar y retorcido bigote de estilo «daliniano». Por su aspecto y constitución física, casi podría decirse de él que se trata del típico forzudo de circo.

También en los primeros cuadernos se produciría el encuentro con la dama del grupo: Claudia, una joven patricia romana, hija de un senador, que había abrazado el cristianismo. Claudia, siguiendo la personalidad marcada por el personaje de Sigrid en El Capitán Trueno, rompió moldes, ya que nunca se casó con Jabato y nunca se limitó a esperar al héroe desde el exilio.

Bastante después se incluiría el personaje quizás más recordado por todos los lectores de la serie: Fideo de Mileto (no aparecerá hasta el cuadernillo nº 112), un escuálido «poetastro» griego que continuamente martiriza a Taurus con sus estrofas de 400, 500, 600 o 1.000 versos, con las que narra las victorias de sus amigos. Siempre acompañado de su querida lira (de la cual ha intentado deshacerse Taurus más de una vez), lucha dando golpes «musicales» a sus enemigos. Durante bastantes aventuras nuestros amigos serán acompañados por un niño indochino llamado Tai-Li y su tigre Bambú, o por un mono llamado Bongo. Silvia Darnís (hija del dibujante), explicó cómo su padre se documentaba obsesivamente y a veces incluso empleaba a su hermana Natalia, que era delgadita, como modelo de Fideo de Mileto.
(1961)
En esto resonó un cuerno de caza en las montañas, y la princesa se asustó. Los sones se acercaban progresivamente, acompañados de ladridos de perros, por lo que Elisa corrió a ocultarse en la cueva y, atando en un fajo las ortigas que había recogido y peinado, se sentó encima.
Pasó la noche trabajando, pues no quería tomarse un momento de descanso hasta que hubiese redimido a sus hermanos queridos; y continuó durante todo el día siguiente, en ausencia de los cisnes; y aunque estaba sola, nunca pasó para ella el tiempo tan de prisa. Tenía ya terminado un camisón y comenzó el segundo.
Al anochecer llegaron los hermanos, los cuales se asustaron al encontrar a Elisa muda. Creyeron que se trataba de algún nuevo embrujo de su perversa madrastra; pero al ver sus manos, comprendieron el sacrificio que su hermana se había impuesto por su amor; el más pequeño rompió a llorar, y donde caían sus lágrimas se le mitigaban los dolores y le desaparecían las abrasadoras ampollas.
Cogió con sus delicadas manos las horribles plantas, que quemaban como fuego, y se le formaron grandes ampollas en manos y brazos; pero todo lo resistía gustosamente, con tal de poder liberar a sus hermanos. Partió las ortigas con los pies descalzos y trenzó el verde lino.
El hada tocó entonces con la ortiga la mano de la dormida doncella, y ésta despertó como al contacto del fuego. Era ya pleno día, y muy cerca del lugar donde había dormido crecía una ortiga idéntica a la que viera en sueños. Cayó de rodillas para dar gracias a Dios misericordioso y salió de la cueva dispuesta a iniciar su trabajo.