CANDELARIA: Eso lo note mucho al ir a Canarias primero estuve en...

Tegueste II es el nombre dado por los historiadores al líder guanche que gobernaba el territorio homónimo durante la conquista de Tenerife en el siglo XV.

Algún historiador dice que Tegueste no era un menceyato, sino un señorío, por lo que este personaje no tenía el rango de mencey. No obstante, por los documentos contemporáneos a los hechos se sabe que, en efecto, Tegueste se contaba entre los «reinos» guanches.

En 1494, a la llegada de los conquistadores al mando de Alonso Fernández de Lugo, Tegueste se alió con el mencey Bencomo para rechazar la invasión, participando activamente en los enfrentamientos sucesivos. Para la batalla de La Laguna, el mencey llevó consigo unos 1.200 guerreros. Tegueste fue protagonista de una escaramuza conocida como Choque de Las Peñuelas. A principios de 1495 un grupo de soldados castellanos capitaneados por Gonzalo del Castillo y Fernando de Trujillo hicieron un asalto a La Laguna en busca de ganado. Allí una mujer guanche les informó de la epidemia que sufrían los guanches. Los conquistadores hicieron un reconocimiento por el valle de Tegueste, y se hicieron con un botín de ganado en el barranco de Tejina. Cuando volvían a La Laguna fueron cercados por Tegueste y Zebenzuí en el lugar conocido como Las Peñuelas, y allí fueron derrotados los conquistadores, siendo hecho prisionero Gonzalo del Castillo y enviado por Tegueste ante Bencomo de Taoro.

En la primavera de 1496, tras las derrotas de La Laguna y Acentejo y la pérdida de los principales cuadillos guanches (Bencomo, Tinguaro y Bentor), Tegueste rindió su menceyato a los europeos en el acto de sumisión conocido como Paz de Los Realejos. Ese mismo año fue llevado a la Península por el capitán conquistador junto a otros seis menceyes para ser presentados en la corte de los Reyes Católicos. No se conocen más datos sobre su destino, creyendo algunos historiadores que podría haber sido hecho esclavo al haber pertenecido a un bando de guerra, mientras que otros creen que, bajo el amparo de los monarcas, pudo quedar en libertad y bajo tutela, aunque lejos de la isla. También cabe la posibilidad que fuera el mencey que los Reyes Católicos regalaron a la República de Venecia en 1496.

De Gema Medina te puedes esperar cualquier historia digna de agradecer por la enseñanza de esta mujer.

Tengo la costumbre de aprender y estudiar la historia de los lugares donde estoy, y cuando te toca estar trabajando más de dos años en Tenerife, me parecía lógico aprender algo de su historia, de sus costumbre, y del porque de las cosas, soy muy curiosa respecto a la historia, es una forma de conocer de porque una ciudad se llama de una manera y no de otra, porque tiene forma redonda, alargada, con forma de almendra, porque tiene un centro con calles abiertas y paralelas o por el contrario es un estresijo de callejuelas donde los edificios casi se tocan, porque los edificios o las casas están distribuidas o construidas de determinada forma o en determinadas zonas y no en otras, porque determinadas costumbres o romerías.

Una teoría muy curiosa que existe en Tenerife es sobre los primeros pobladores que llegaron a las islas, y es que en el Museo Arqueológico de Santa Cruz, es que los pobladores del norte de la isla procedían del norte de Europa (algún barco vikingo que llego a estas costas) y los del sur en cambio vendrían de los habitantes de África (hoy día vemos como llegan pateras continuamente, me imagino que en aquel momento pasaría lo mismo), esta doble versión de los hechos se mantiene porque en los restos arqueológicos encontrados en el norte y sur de la isla han encontrado una diferencia tremenda entre los rasgos físicos de los restos momificados encontrados en el norte y sur de la isla.

De hecho cuando estás allí un tiempo ves que su gente tiene una mezcla tremenda de genes, lo ves en sus caras, rasgos de los ojos, narices, bocas, etc, es cuestión de fijarse un poco. Resulta curioso, por eso también son muy abiertos a la gente de fuera, auqne hay que tener en cuenta una cosa, cuando llegas allí y no conocen bien al principio te llaman godo (para ellos es un insulto, los godos fueron los conquistadores en la época de los Reyes Católicos, que les hicieron cambiar su forma de vida hasta el momento), cuando ya tratas con ellos y ven como eres tú, como trabajas, como actúas, cambian y te llaman peninsular, ellos son insulares y lo tienen muy asumido, pero hasta que no estas allí no te das cuenta de esa diferencia tan grande que tiene sus ventajas y sus inconvenientes como todo.

Es cierto, cuando cambias de lugar lo primero que te percatas es que la gente es distinta, hasta los rajos de su cuerpo, incluso hablando el mismo idioma, dos pueblos cercanos a veinte kilómetros, el hablar es distinto tienen distinto deje y al oírle hablar sabes que es natural de tal o cual pueblo, ahora hay menos diferencia pero hace cincuenta años por el deje en hablar sabían de que pueblo si estaba fuera del suyo.

Eso lo note mucho al ir a Canarias primero estuve en Tenerife y luego en Gran Canaria, y después de estar viviendo allí un tiempo sabes distinguirlos perfectamente por la forma de hablar que tienen, las coletillas, las expresiones que usan, la forma de entonar, cuando me encuentro alguno por Madrid todavía los distingo.