Dulce Nombre se arrodillo ante el y le cogio las manos. Estaban frias y asperas y las acaricio con profunda delicadeza. Juan trato de besarla, pero ella se incorporo para evitar el contacto.
-No eres justo, Juan.
-Me encuentro solo.
- ¡Que sabras tu de soledad!
-Siempre estuve solo en medio de la gente.
Dulce Nombre busco referencias para sostener su amor y encontro cientos de ellas, pero todas demasiado etereas, animicas, casi magicas, ninguna que pudiera aclarar su indecision. Por un momento ... (ver texto completo)
-No eres justo, Juan.
-Me encuentro solo.
- ¡Que sabras tu de soledad!
-Siempre estuve solo en medio de la gente.
Dulce Nombre busco referencias para sostener su amor y encontro cientos de ellas, pero todas demasiado etereas, animicas, casi magicas, ninguna que pudiera aclarar su indecision. Por un momento ... (ver texto completo)
A la viuda Dulce Nombre de Maria le estaba latiendo el corazon con mucha celeridad y con no demasiada misericordia haciendola olvidar el desatino de ciertas intenciones.
-Perdoname Dulce, por pensar solo en mi.
-Hace un momento yo pensaba en ti, sentada en la mecedora de mimbre. Quiza mi alma, si ha de penar algun dia, lo haga sobre esa mecedora de mimbre.
Ella tambien estaba sola, pero comprendia que su soledad no era la misma que la de Juan. Ella poseia mas capacidad para disfrutar al maximo cada momento y saborearlo despues, bajo el tilo, en las horas vacias. Recordo las caricias de Maura, la explosion de ternura de sus cuerpos ardientes, el delicado placer del misterio desvelado, y sintio cierta culpa cosquilleandole el cuerpo. Entonces añadio a su amor por Juan un nuevo sentimiento, el de la compasion, y como tanto el amor como la piedad provocan ternura, la hermosa Dulce Nombre, agobiada por el alboroto de un corazon desbocado, desparramo, sin ninguna consideracion, un copioso manantial de ternura sobre la angustiosa soledad de Juan Damasceno.
Juan se dejo acariciar y besar como un niño herido.
Ninguno de los dos habia sabido burlar las comandulas de la vida y, en su relacion, siempre extraña, solo se habian comprometido con la posesion de cada instante (perdido uno en la busqueda de verdades supuestamente mas consistentes e indefensa la otra ante la certidumbre del amor efimero). A Juan le habian asediado los remordimientos y a Dulce la desesperanza. Son destinos que se cruzan y no aciertan a sostener su mutua falta de consistencia.
-No debemos empezar de nuevo. No podria soportarlo.
-No, claro que no. ... (ver texto completo)
-Perdoname Dulce, por pensar solo en mi.
-Hace un momento yo pensaba en ti, sentada en la mecedora de mimbre. Quiza mi alma, si ha de penar algun dia, lo haga sobre esa mecedora de mimbre.
Ella tambien estaba sola, pero comprendia que su soledad no era la misma que la de Juan. Ella poseia mas capacidad para disfrutar al maximo cada momento y saborearlo despues, bajo el tilo, en las horas vacias. Recordo las caricias de Maura, la explosion de ternura de sus cuerpos ardientes, el delicado placer del misterio desvelado, y sintio cierta culpa cosquilleandole el cuerpo. Entonces añadio a su amor por Juan un nuevo sentimiento, el de la compasion, y como tanto el amor como la piedad provocan ternura, la hermosa Dulce Nombre, agobiada por el alboroto de un corazon desbocado, desparramo, sin ninguna consideracion, un copioso manantial de ternura sobre la angustiosa soledad de Juan Damasceno.
Juan se dejo acariciar y besar como un niño herido.
Ninguno de los dos habia sabido burlar las comandulas de la vida y, en su relacion, siempre extraña, solo se habian comprometido con la posesion de cada instante (perdido uno en la busqueda de verdades supuestamente mas consistentes e indefensa la otra ante la certidumbre del amor efimero). A Juan le habian asediado los remordimientos y a Dulce la desesperanza. Son destinos que se cruzan y no aciertan a sostener su mutua falta de consistencia.
-No debemos empezar de nuevo. No podria soportarlo.
-No, claro que no. ... (ver texto completo)