Es imposible determinar el origen de la
ciudad de
Córdoba. De un poblado ibérico, pasa a ser una ciudad importante en el año 206 a. de C., cuando fue conquistada por los
romanos al mando de Lucio Mario.
Después de algunos años de guerras, llegaron tiempos de paz y auge económico, y coloca en muy alto nivel a las artes y las letras gracias a
Séneca y Lucano.
Al comienzo de la conquista de
España por los árabes, en los albores del
siglo VIII, todo eran guerras de sucesión de emires
omeyas, hasta que Abd al-Rahmán III puso fin a estas rebeliones. Quedando establecido de modo
oficial el Califato de Córdoba, y su primer
califa.
A partir de aquí, Córdoba vivirá los momentos mas importantes de su
historia, convirtiéndose en la más floreciente y rica ciudad de la Europa de aquellos tiempos, a la par que una de las más cultas ciudades del
mundo conocido y cuya población sobrepasaba el millón de habitantes; con grandes
palacios y
fincas de recreo, una
universidad propia, y sobre todo la maravillosa Ciudad-
Palacio de
Madinat al-
Zahra, considerado como el más rico y fabuloso palacio de todos los tiempos.
Todo cambió radicalmente a consecuencia de la guerra
civil, (1009-1031), sin embargo, Córdoba aportó los dos talentos mas
famosos de aquellos tiempos: Abú Walid ibn Rusch,
Averroes, y Musa ibn Maymun,
Maimónides.
Y no serán sólo estos sabios los últimos que dará Córdoba a la cultura universal: filósofos, guerreros, poetas, escritores, médicos e incluso
reyes.
La situación estratégica de la
capital cordobesa permite constatar la
presencia de población en sus inmediaciones desde el Neolítico, tal como se pone de manifiesto con los
vestigios de primitivas civilizaciones en
Medina Azahara, y el hallazgo de cuarzos atípicos en las canteras explotadas por la sociedad Asland, en Valdeazores. Los yacimientos de La Colina de los Quemados, situada en el
interior urbano de Córdoba, constituye un magnífico testimonio de antiguos imperios y civilizaciones, de cuya gloria participó Córdoba, antes de erigirse en la capital del Califato de los Omeya, en Al-Andalus. De este modo, Córdoba vivirá la prosperidad del imperio tarteso, sustituido mas tarde por la civilización turdetana, que conocerá una época de florecimiento económico en el periodo cartaginés. Por lo que respecta al
pueblo ibérico, un legado muy significativo de esa cultura son las figurillas humanas que han aflorado en la capital.
Merced a los numerosos contactos culturales y económicos que confluyen en Córdoba, ésta será una de las provincias más romanizadas de la península, aunque como reducto ibérico, se resistirá bastante a la latinización en un principio. Conservará incluso el
nombre ibérico de Córduba. Durante los siglos de dominio árabe, Córdoba conoció su momento de
mayor prosperidad y relevancia política y cultural, muy especialmente, bajo los reinados de Abderramán III y de su hijo, Al Hakem II. El primero emprendió la reunificación de la España musulmana e instauró el Califato de Córdoba, impulsado por la amenaza que representa el cimiento de un califato con ambiciones expansionistas en
Egipto, que ponía en
peligro la posición andaluza en el
norte de África. Con la muerte de Abderramán III se clausuró uno de los reinados más largos y prósperos que se conocen en la historia de España. A él le debe Córdoba el honor de haber constado en los anales de esa época como la ciudad occidental más floreciente, y el haberse beneficiado y embellecido con importantes obras de las cuales la más trascendental es la ciudad (hoy en
ruinas) de Medina Azahara. La ciudad de Córdoba es la
tercera ciudad andaluza en población con más de 300.000 habitantes, por detrás de ciudades como
Sevilla y
Málaga. En su provincia existen
pueblos muy importantes lo cual hace de Córdoba una de las provincias más pobladas de
Andalucía. Por otro lado, dentro de las principales actividades económicas destacan la
agricultura, el
sector de la joyería, la construcción, las inmobiliarias, la hostelería y el transporte. En cuanto a la agricultura, destaca el cultivo del
olivar y el del
trigo como las principales actividades agrarias de la capital de provincia. De esta forma, son unas 35.000 hectáreas, entre
regadío y secano, las dedicadas en Córdoba al trigo y 11.309 hectáreas las que agrupan el cultivo del olivar.
Su nombre, según el profesor Guillermo Tejada, sería un hidrónimo prelatino, compuesto y redundante, a partir de " (A/O...) C (o+o) r (o+o) d (u+u) va", "
Río (río-río-río)" (junto al-), que con el habla se transformaría en "Corduba", > y después en "Córdoba".