Las manchas que Julia Odalisca tenia en el rostro eran sombras de hastio. Llego una noche el demonio (con disfraz de padre) a husmear en su lecho, cuando aun sus pechos eran tiernos serpollos, y desde entonces nunca pudo llorar ni reir. Apenas habia media docena de arrugas en el rostro de aquella mujer, pero su envejecimiento era evidente, quiza por el uso abusivo de tanto silencio, quiza por esa soledad inconfesable de sentirse infeliz hasta la muerte.
-A los muertos, Placida, me los paso yo por ... (ver texto completo)
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Se iba el sol, satisfecho, entre una albarrada de nubes plomizas.
El viento comenzaba a escupir letanias sobre la vida gastada del Peñafonte remoto, escondido, olvidado de Dios.
Se iban formando las letanias sobre el olor ancestral de los helechos. Las quejas de los hombres, los murmullos del bosque, los dolores del reuma, las insidias del cielo, el rebollar del arroyo, las chin-chirrinas de los niños debajo de la higuera o el ajetreo de duendes alborotando el maiz. Todo iba conformando las letanias ... (ver texto completo)
El viento comenzaba a escupir letanias sobre la vida gastada del Peñafonte remoto, escondido, olvidado de Dios.
Se iban formando las letanias sobre el olor ancestral de los helechos. Las quejas de los hombres, los murmullos del bosque, los dolores del reuma, las insidias del cielo, el rebollar del arroyo, las chin-chirrinas de los niños debajo de la higuera o el ajetreo de duendes alborotando el maiz. Todo iba conformando las letanias ... (ver texto completo)