-Esta madrugada se olvidaron de cantar los gallos. Después, al midiodía, la benebolencia del cielo trajo el sol a los corazones indecisos. Al atardecer, rotas las gargantas por los efectos del canto y del vino, los pegollos de los hórreos empezaron a humedecerse, la neblina se metio por los regueros y cuervos y chovas volaron bajo formando tupidos grupos, lo cual, todo junto, constituye la señal inequívoca de la lluvia. Y la noche trajo la lluvia que ahora cae como una letanía sobre los sueños y ... (ver texto completo)