-La verdad es que solo, lo que se dice solo, nunca lo estuve. Están los frutales, que nunca paran de crecer, que si a aquel manzano le sobran unas ramas, que si a este peral le ataca la filoxera. Y por las
noches siempre hay un cuclillo que te avisa de algo o alguna coruxa que te anuncia los sueños. Todo acompaña. Y no digamos la
lluvia, cuya compañia, a veces, de hacerse tan eterna, ofende. Hay muchas formas, Maura, de espantar la soledad.