Allí, en
casa de Emiliana vi y usé por primera vez un wáter. Y me dejó loca, porque claro, el único que yo conocía hasta entonces era el de las
escuelas, que no era más que un agujero en una tarima, y allá abajo al fondo se veía lo que acababa uno de dejar, pero en éste de Emiliana no, lo primero es que te podía sentar, luego tirabas de una cadena, o cuerda, que a lo mejor era una cuerda, y caía un torrente de
agua que arrastraba todo, pero lo más intrigante era que debajo no había ningún foso, había
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