Mensajes de TIANA (Barcelona) enviados por Justo Panduro:

Otra cosa que oía a mi madre, cuando por ejemplo volvía de la calle con un chichote, o con la ropa rasgada, ella me decía con el acento profundo del pueblo: Jooye! Jooye! Cómo viene este muchacho! ¿Pojiesooo? ¿Quén te lo ha jechooo? (La jota es para representar la H expirada. Asi que Pojieso y joye, joye. Saludos amigo Alfredo.
Alfredooooo! Por dónde andas? Mándame noticias tuyas, Ahí llevas una expresión muy del pueblo: "La madre el tano y la güarra cana" Para dar a entender que había un lio tremendo.
Hola Alfredo: Hoy me ha llegado aviso deque había novedades en el foro de Tiana. Y así que me he enchufado para ver qué era. Veo que nuestras conversaciones, sobre el tren carrilet, Casa Antúnez, y litografías, sigue en el foro, y además repetido hasta la saciedad.... Eso quiere decir que hay poca participación en ese foro. Lástima, pues es un pueblo que llevo en mi memoria... Pasábamos los seminaristas por él para subir a la Conrrería, donde cursábamos estudios, y al subir, nos parábamos en la capilla, ... (ver texto completo)
Hola Al, Soy JustoPanduro. Hace tiempo que no te asomas al foro de Tiana. ¿Todo te va bien por tu Pozuelode Alarcón?
Aprovecho la ocasión para desearte un feliz año nuevo lleno de todas las promesas en la que sueñas.
Hola Justo,

efectivamente la empresa Lithoformas estuvó en la Avda. del Carrilet, desconozco si era el trenecito de la fábrica de briquetas pues cuando yo la visite una sola vez hace mas de treinta años hace de eso ya no había ni rastro del trenecito, te recuerdo que yo vivo em Madrid y aqui tenían una sucural de la central, luego la pasaron a Valls, allí fuí también un vez nos invitaron a comer los calçons famosos, no se si lo he escrito bien.

Recuerdo que el otro día ví por t. v. un reportaje ... (ver texto completo)
Supongo que querías decir los "Calçots" Esos medio porros medios cebolletas que están tan ricos asados a la LLauna (plancha).
En efecto, en casa Antúnez se instalaron gente pobre, en barracas que se hacían ellos mismos, pero eran trabajadores que venían de todas partes de la geografían española buscando mejor vida. Luego he sabido en lo que se ha convertido ese barrio de extrarradio de Barcelona. Ya ves, quise ir a ver mi antigua barriada, y mis hermanos me lo desaconsejaron. Aquello es peor que ... (ver texto completo)
Hola otra vez Justo,

por supuesto que conozco todos las poblaciones que citas, en Litoformas lo que hacian era formularios en papel continuo, las facturas, albarane sy todo tipo de impresos de esos que llevaban obujeritos en los lados, tu familiar si que la conocería estaba el la avenida del carrilet.

saludos.
hOLA aLFREDO: mE DICES QUE TU EMPRESA DE LITOFORMAS, ESTÁ EN LA AVENIDA DEL CARRILET. ¿NO SERÍA EL MISMO CARRILET QUE PASABA DESDE LA FÁBRICA DE BRIQUETAS DE CASA ANTÚNEZ HASTA LA ANTIGUA ESTACIÓN DE SANS?
Hola Justo,

no vivo en Tiana, vivo en Pozuelo de Alarcón - Madrid, pero no pasa nada, gracias por la poesia que leere despacio pues mio conocimiento de catálan es limitadillo.

TrabajÉ para una empresa catalana muchos años que estaba en Hospitalet, Lithoformas se llamaba por eso comocí a compañeros andaluces y catalanes y me dí cuenta que todo lo tópicos que contaban aquí sobre Catalunya eran mentira.

Tanbién conozco el parte de la Costa Brava y algo de Tarragona.

saludoS.
Hola Alfredo: Ahora si que me dejas patidifuso! Yo tengo familia en Madrid, en Majadahonda, en Vallecas y en Collado Villalba. Supongo que todos esos lugares te suenan y los conoces. En Hospitalet, hice mi servicio Militar, en el cuartel de Lepanto, y recuerdo que saltábamos la tapia por la parte trasera, para ir a los entoldados y a las fiestas. Entonces mis padres vivían en Casa Antúnez. De allí salí para Tiana y el seminario. Si en la empresa que trabajabas hacíais Lithografías, debías cononer ... (ver texto completo)
muchas gracias Justo por transmitirme tus conocimientos.

saludos.
Alfredo: Supongo que viviendo en Tiana, también hablarás Catalán. Te dedico esta poesía, y también a todos los catalanes que hablan las dos lenguas.

Catalunya per tu ploro

Jo que no soc Catalá,
Per tu ploro, Catalunya.
Jo que de lluny soc vingut,
Per aprendre el seny dels teus,
Veig dolors per tot a reu,
I veig odi i veig rancúnia. ... (ver texto completo)
Hola Justo,

ya tengo mi "trasto", gracias por "pujiede" que me recuerda a otra palabra que se oye en el mercado de mi pueblo a algunas personas, el "pojanda" por "pues anda" aunque quizás no tenga nada que ver.

saludos calurosos.
Otra cosa que oía a mi madre, cuando por ejemplo volvía de la calle con un chichote, o con la ropa rasgada, ella me decía con el acento profundo del pueblo: Jooye! Jooye! Cómo viene este muchacho! ¿Pojiesooo? ¿Quén te lo ha jechooo? (La jota es para representar la H expirada. Asi que Pojieso y joye, joye. Saludos amigo Alfredo.
No te preocupes, yo te he llamado Recaredo por lo mismo. Me alegro que andes por el foro. Cuéntame algo de cómo has pasado estos dos últimos meses. Yo apurando las vacaciones. Recogemos los bártulos el 14 o el 15 de este mes de septiembre. Una forte embrasada. Justo.
Ya me han conectado aquí en la casa de Blanes. Si quieres preguntarme algo puedes hacerlo a través del Foro de Tiana, o bien a mi hot mail justo37@live. fr
Mañana, salimos para Blanes, para pasar tres meses cercda del mar. Blanes, lo conocí, en una excursión que orgnizaron los maestros curas, camino de Tossa. Me encantó, Blanes y su playa "S'Abanell. Cuando buscaba lugar para compra casa con miras a volver de Lyon adónde emigré, me acerqué a la costa Brava y recordé aquel primer viaje. Ahora, aúque sigo en Francia, paso largas temporadas en esta hermosa ciudad, donde empieza la "Costa Brava" Si tengo conexión internet, procuraré mandar al de los escritos. ... (ver texto completo)
Al cabo, nos dejó allí plantadas, diciéndonos que por esta vez, daría el recado a Justo Hernández, pero que en el futuro, llamaran del internado antes de venir y que se les diría si podían distraer al chico de sus “Teológicos estudios” Al final se endulzó un poco al ver nuestro aire contrito... ¡Ahora vuelvo!
¬ ¡Ya estoy aquí! ¡Me llamó la maestra! Prosigo:
¬ “Bueno, bueno hijas mías.-Nos dijo - Pase por esta vez. Y cuando queráis os acercáis al torno y les pedís un refrigerio a las monjitas” “Ahora, dejaos guiar por Justo Hernández”.
Así dijo el Rector empujándonos hacia el patio. Mohíno, Justo, (Caramba qué nombre) inició la explicación de la visita:
“¬ Bien, señoritas” (No te puedes imaginar, la impresión que me causa oírle decir: “Señoritas” con esa suavidad, con esa dulzura de misionero Jesuita) “Este edificio, fue antiguamente un convento cartujano; Con el tiempo, los cartujos abandonaron estas alturas, y se recogieron en ese otro edificio que puede usted ver en la hondonada. En tiempos de esplendor, los dos edificios albergaban monjes. Luego, cuando los efectivos empezaron a disminuir, y la república confiscó parte de las tierras, vino la decadencia, vino el abandono de la pequeña cartuja, que los monjes empezaron a utilizar como depósito para los aperos de labranza”
¬ De alguna manera “El Conrer” explica ese uso, ¿No?
“¬ Efectivamente: Así se dice en su lengua vernácula. Lástima de estos claustros, las dos capillas y el porche de hermosas arcadas hayan sufrido tanto con esta destinación: Si observa los pilares u el paso por lo que hoy es la entrada, verá la usura del suelo: Esos dos surcos son los hierros de las ruedas de los carros que los han grabado para siempre. Los ángulos desgastados y las señales a un metro cincuenta en las columnas de ladrillo, las hicieron los mangos de las azadas u otros instrumentos de labranza”
¬ Muy interesante le decía yo, Entre dos respiraciones del chico ese, sin quitar la vista de su cara.
“¬ Mas tarde fue habilitado en hospital, a raíz de una epidemia de fiebre amarilla o lepra, que no recuerdo ahora muy bien...” “ ¡Ah! El nombre de Conrería, le viene por lo que antes he dicho de depósito de labranza: En catalán ya le he dicho qué significa: No domino el catalán; pero usted ya lo sabía, ¿verdad?
Sin esperar respuesta, prosigue:
“Los sucesivos patios en terraza, fueron por aquel entonces, huertos labrados y sembrados. Ahora solo queda el huerto de las monjitas y algunos frutales que no se ven desde aquí. Por el otro lado, hacia el pozo que nos suministra de agua, también había terrazas cultivadas. Las viñas daban un buen vino, por lo que he oído comentar al padre portero de la Cartuja. Me decía que las viñas orientadas al sur, daban vino tinto de muchos grados, y las al Norte un blanco que les servía para la misa”
“Muy interesante, muy interesante...” Le canturreaba yo, cuando podía inmiscuirme en su verborrea:
“Después de haber sido hospital de apestados, permaneció largo tiempo al abandono. Los cartujos eran muy pocos y se contentaban con la producción de los huertos que tienen alrededor de la cartuja principal.”
“¬ Anteriormente, aquí arriba se quedaron los hermanos legos, y los sacerdotes cartujos bajaron al edificio de abajo incluso antes de estar terminado. Por aquellos tiempos, explotaban los bosques y las tierras de todo este latifundio. Cuando quedaron pocos, se contentaron con una pequeña porción alrededor de la nueva cartuja.
¬ Ehuu, ¿Y dime? ¿Podremos visitar la cartuja?
¬ No lo sé. No sé ni si os dejarán entrar. A lo mejor como sois niñas...
¬ ¿Qué somos? Lanza Carmen, irguiéndose para mostrar sus incipientes formas.
¬ Una mujer no podría entrar nunca.
¬ Pero unas niñas como de unos doce años...
¬ Pues tengo quince. Y tu hermana es mayor que tú. No hablaremos de Agusita ni de M. Rosa que sí son más pequeñas. Así que te parece a ti que soy una niña...
¬ ¡Ah! Pues mi hermana me dijo que ibas a cumplir los catorce, dentro de poco,.
¬ ¡D’unido! ¡Te has estado informando de mi edad y cuando cumplo los años!
¬ No vayas a figurarte otras cosas: Cuando vinisteis, mi hermana tú y las chicas, le pregunté quiénes erais, Sólo eso. ¿Qué se figuró mi hermana, que empezó a darle al molinillo tibetano? No me dijo los nombres de vuestros tatarabuelos porque llamaron a rosario y pude escaparme, a capilla.
¬ No le preguntarías, pero escuchaste, oíste y te quedaste con mi edad ¿Eh?
¬ Ad pedem litterae. ¡Carpe diem Carmina!
¬ Ya te dije que no entiendo las misas en latín.
¬ Pues yo te entiendo a ti muy bien y sé adónde quieres llevarme. ¿No te parece que vas a conseguir que Dios se llene de ira hacia ti? ¿Se trata de un juego sólo para ti? Quo usque tandem abutere patientia nostra
La verdad es que a Justo le esta incordiando bastante la conducta de Carmen. Se sentía atosigado, sus provocaciones le daban como pellizcos en el corazón. Sentía una extraña atracción por aquella muchachita atrevida que se había caído en la sopa boba del seminario. Pero no llegaba a entender cómo una muchacha tan joven, le echaba tal desfachatez comprometiéndolo allí en su propio terreno. Continuando, empero, con esta tarea que le han encomendado; le pide a Carmen:
¬ Señorita Subirats (ha vuelto al trato de usted) Le ruego que cese ese juego, y que me diga, que interrumpa mis explicaciones, cuando estas no le interesen. Ahora poco tocarán salida a recreo.
¿Qué prefieren? ¿Que bajemos a probar si nos abren en la cartuja? ¿Que visitemos las capillas? En la mayor hay armonium, si lo desean les puedo tocar un poquito. Lo poco que sé.
¬ ¿Y esa font del GAT de la que me habló? ¿Puede llevarnos?
¬ Como quieran, aunque veo que es usted la que lleva la voz cantante mientras que mi hermana y las otras dos, no dicen: esta boca es mía. Seguiré pues, en camino, contándoles la historia del Seminario:
¬ ¿Entonces? Por eso ¿Volvemos a tratarnos de usted?
¬ Sí. Me parece mejor y más correcto. Sigo con la visita guiada:
“No sé cómo se enteraron de que estos locales estaban desafectado desde tiempo, pero el obispado de Barcelona, solicita de los cartujos, poder instalar aquí su seminario menor, estrechamente enclavado en la calle Balmes, junto con el Seminario Mayor” “Creo que la razón primordial, fueron estos terrenos de juego y los pinos que rodean la Conrería.
Es promesa de vida sana, más sana claro que en aquellas clases del centro de la ciudad”. “Como fuere, una delegación de Barcelona, vino a ver a los cartujos, para comprar, alquilar o para recibir en regalo todo esto. Por lo que he oído, los cartujos no quisieron venderlo ni darlo, sino alquilarlo”
¬ ¡Chico! Parece un notario redactando un acta de venta.
¬ Pues espere, que ahora viene lo bonito de la historia: Entre ellos, estipularon un alquiler de 100 pesetas; alquiler simbólico, claro.
¬ ¿Cómo de simbólico?
¬ Simbólico como que todos los años el Rector envía a dos seminarista a la Cartuja con las cien pesetas del alquiler, y todos los años el padre Prior, le devuelve 99 y le manda un tarro de miel.
¬ Hermoso.
¬ ¿Verdad?
¬ Y esa imagen de la Virgen en la fachada. ¿Quién la puso? ¿Los cartujos?
¬ Es la patrona de Montealegre. La protectora de los futuros sacerdotes. La mandó poner el Señor Arzobispo. Parece que hizo un comentario:
¬ “Qué vista más alegre” “Hay que poner una imagen la virgen inmaculada” No tardó el Doctor Altés en encontrar esos mosaicos y poner a Nuestra Señora de Montalegre. Habrá observado que llevamos un fajín azul cuando nos ponemos la sotana. Fue cosa del obispo Modrego que nos puso bajo la protección de,
¬ La virgen esa de Monte Cristo. Ya.
¬ No, de Montealegre.
Al pasar delante de la imagen, - sigue escribiendo Carmen a su amiga - mi querido seminarista hizo un sino de cabeza, como para saludar, muy mono por cierto.
Corto: Tengo que ir a comer: Enseguida vuelvo y termino con esta interminable carta.
Llévasela a X. X. ... (ver texto completo)
III. - Internado del Angel de Tiana. Sor María de la Fe y otras monjas.
¬ Como le digo, Reverenda: Fíjese cómo estas niñas llegan a enredar las cosas, de tal manera que,
¬ No me diga nada más Sor María de la Asunción. Las tengo bien caladas. –
Pero a pesar de la súplica de La Madre Perfecta, sor M. de la Asunción, hace caso omiso y prosigue:
¬ De tal suerte que, aprovechando la estancia de una hermana de un seminarista en nuestro colegio,
¬ ¡Ah! ¿Me está hablando de Marina? ¿Marina Hernández?
¬ ... (ver texto completo)
xxxxxxxxx 12 de junio: En el estudio:
Ya tenemos autobús desde Blanes a Tossa. A Blanes, iremos con el tren de cercanías estación de Montgat. A medida que se va precisando el viaje de fin de curso, don Pedro nos destila la información con su peculiar modo: Cuentagotas.
Coste 33 pesetas por cabeza (Ignoro si a Damián le cobrarán algún suplemento; (Se lo dije de broma en el recreo, y se me echó a llorar: Es un perfecto merengue) Nuestra cuota parte es de 15 pesetas; El resto lo regala el seminario.

... (ver texto completo)
Alfredo: Comentando con mis hijos el comportamiento llorón y gruñón de uno de mis miertos bisnietos, recordé cómo me llamaban mis padres cuando era niño: Me decían el "Pujiede" (De hacer pucheros (Con la boca) y de jenegar (Quejarse insistentemente) En extremadura se suele emplear "PUJIEDE" Así wque te la apuntas...
Justo se ha parado en su impulso de trepar por el banco, para descolgarse a la terraza residencia de Quelonia.
¬ A mí me importa. Aunque somos de la misma edad, más o menos, y ya nos conocemos, dudo que al Doctor Altés, si nos oye, le agrade.
¬ Pero cuando no nos oiga... ¿Sí?
¬ No me gusta tener que mentir: No es digno de un seminarista. Le contesta éste, haciendo una mueca de duda y al mismo tiempo de asentimiento.
¬ Y pues ¿Qué decidimos al respeto?
¬ ¡Chico! Eres más retorcido que un Jesuita! ... (ver texto completo)
Está sacando la sotana de la percha, a la manera de los seminaristas mayores: Brazos hombros y botones delanteros hasta la cintura abiertos, y faldón vuelto al revés abotonado. Se la va a poner, pero recuerda a lo que le ha dicho el Rector:
“¬ Puedes asearte y quizás-cambiarte-la-camisa-tú- verás”
Así que esto es lo que hace. Comprueba que tiene razón el Dr. Altés, en cuanto se refería a cambiarse la camisa que veterana de una semana, relucía de cuello, como si de un alza cuello de plástico gris se tratara. Busca inútilmente otra en el ropero, hasta que recuerda que su bolsa de ropa limpia no ha llegado esta semana. Opta por ponerse un suéter de cuello alto a pesar de que la lana áspera le irrita la piel. Trata de aplastarse su rebelde mechón de pelo, aunque sin insistir mucho. Recuerda que el seminarista mayor que lo instruyó, antes de entrar al seminario, le hizo la foto con este mismo suéter, que la panadera diera a su madre, herencia del niño que se le murió. Le está un poco corto de mangas; pero a él le gusta así. Y no le importa vestirse con ropa de un chico muerto.
Con la impresión de haberse adecentado, baja del dormitorio, y va rezando una jaculatoria a María, sin saber bien por qué, mientras se acerca a la sala de visitas. “Mater Dei Estella Maris.. Regina coelis.” Va diciendo cuando abre la puerta del salón recibidor. El corazón le da un vuelco:
¬ ¡Vaya por Nuestro Señor! ¡Esto sí que es una sorpresa!
¬ Hola Justo. Dicen las tres chicas al mismo tiempo.
¬ ¿Es a ustedes y a ti hermana a quien debo enseñar el Seminario? ¿Qué broma es esta?
¬ ¿Por qué lo interpreta como una broma?
Pregunta la acompañante de Marina hermana de Justo.
¬ Porque si bien recuerdo, no es la primera vez que han visitado.
¬ Ya lo sé. Pero sepa usted, que en nuestro internado, también nos interesamos por los futuros sacerdotes, y cómo estudian, viven... Tenemos en perspectiva hacer una visita de grupo y me han mandado a mí para preparar...
¬ Pero si ya ha visitado varias veces con mi hermana todo esto. Y conmigo.
¬ Quiero verlo otra vez. ¿Le sabe mal? ¿Le molesta? Una servidora no sabía... Yo pedí que alguien, bueno no yo: “La Madre Perfecta” Pidió que delegaran algún chico, ¡perdón! Clérigo...
¬ Conque diga seminarista es suficiente.
¬ Que delegaran un seminarista entendido, o experto en estas visitas. No sabíamos que recaería en usted el encargo. Aunque si me hubieran consultado, yo hubiese pedido que fuera usted. Porque, porque...
¬ ¿Por qué – porqué, Señorita?
¬ ¡Ah! Debo estar confundida. Yo pensé que me encontraba usted a su...
Un gesto de rechazo, apenas perceptible, consigue detener aquella inoportuna declaración. Justo mira con temor hacia la puerta. El portero, debe estar por allí cerca, y con la oreja tendida hacia el salón de las visitas.
¬ Es que como cuando vino al internado, dijo aquello sobre “que si sus ojos” Los míos claro...
¬ ¡Ya le dije que fue una broma tonta! Perdóneme ese aticismo estúpido. Estúpido en boca de un seminarista.
En aparte, Justo pide ayuda al cielo: “Et ne nos inducas in tentatione ad libera nos a malo”
Carmen se acerca un poco más a Justo, al oírlo marmotear, y en voz baja también le pregunta:
¬ ¿Qué?
¬ Estaba rezando: Señor, no nos induzcas en la tentación, líbranos del mal.
Carmen sonríe levemente, mientras se detiene a mirar a aquel muchacho, que se debate entre tantas trabas y sus impulsos.
¬ ¿Nos va pues a enseñar todos los recintos? O vamos a seguir aquí diciéndonos preciosidades y rezando cosas raras en latín.
¬ Pax, Señorita Subirats. Les volveré a enseñar cuanto gusten de ver.
¬ Sí pero de muy mala gana.
¬ Pax. ¿Habrá pax, si le confieso que no lo voy a hacer de mala gana? ¿Quiere que empecemos por las cocinas?
¬ No sé cocinar.
¬ Pues debería... ¡Perdón! No soy quién para...
¬ Sí, sí: diga ¿Qué debería? ¿Y usted? ¿Qué debería? O mejor ¿qué no debería hacer?
¬ Yo debería prohibirle a mi hermana que se plantara aquí fuera del tiempo de las visitas, por el mero hecho de estar en el internado pasando una tan feliz como innecesaria convalecencia. Debería recomendarle que me avise, que para eso hay teléfonos, por si estoy en clase o estudiando.
Carmen Subirats se ha plantado delante del seminarista, acortando las distancias hasta un límite imprudente, y le mira con fijeza. Algo se está quebrantando en el pecho del joven. Algo le está gritando en su subconsciente que todo aquello no es normal. Dientes apretados, manos caídas, embutidas entre el cinturón y el guardapolvo, Justo distrae su mirada por la gran plaza de entrada a la Conrería.
¬ Bueno, señoritas – Corta el lapsus Justo, mirando molesto a su hermana: ¿Por donde quiere que empecemos esta vez la visita?
¬ Sorpréndanos un poco; porque la verdad es... que... Yo no tengo preferencia, usted mismo. ¿No me queda algo por ver de mis precedentes visitas?
¬ Pues... – Empieza Justo a decir, mientras reflexiona qué puede interesar a unas mozuelas pintureras, de aquel soso mundo de ensotanados.
¬ Es que ya le dije, que ¿Cuántas veces ha visitado con mi hermana y con su cuñada? No sé qué le puede interesar de nuestras vidas y costumbres a unas colegialas, que acaso vendrán sólo a ver si olemos a cera de cirios o en la mejor suposición, a incienso chamuscado.
¬ Ya le he dicho que en el internado, proyectábamos una visita para ver las clases, las capillas, las imágenes devotas... Bueno: También nos gustaría conversar con algunos de los seminaristas, para comparar estudios, juegos, y otras distracciones. Así que como no teníamos otra cosa que hacer, he aprovechado que Marina...
¬ -Y ¿Trae ya una lista de los seminaristas esos, con los que desea conversar?
¬ - La verdad es que yo, ya sé todo eso por las veces que le he visto a usted. Pero para mis compañeras de internado, ¡No se vaya a enfadar otra vez! Ustedes les parecen bichos raros.
¬ ¡Bichos raros! ¡Ala!
¬ No, si ya veo que se está enfadando... Pero a lo mejor todos los otros seminaristas no son como el aquí presente.
¬ Sí; y lo somos. Unos más que otros, claro. Yo el peor. Sin embargo, hubiese sido más acertado que fueran al parque de la Ciudadela, a ver los monos que son muy, pero que muy monos y tan raros o más que nosotros.
Esto diciendo, Justo infló los carrillos, se puso de cuclillas rascándose los sobacos e imitando los gritos de los chimpancés. Luego siguió avanzando hacia la gran plaza sin esperar a ver la reacción que sus pantomimas suscitaban en las jóvenes. Riendo por la ocurrencia de Justo, le siguen M. Rosa, Carmen y Marina, ambas se acercan al parapeto que domina la carretera y la terraza jardín que sirve de parque a la tortuga Quelonia.
¬ Quedaos aquí, que yo... -Se sorprende Justo de tutear a las muchachas y rectifica – Quédense aquí...
¬ Puedes tutearnos; A mí no me importa y me agrada que lo hagas. Y a tu hermana no la tratarás de usted ¿Verdad? ¿Os lo impone alguna regla conciliar? ... (ver texto completo)
¬ Muchas gracias Don Francisco Javier, pero ¿qué razón tiene para?... ¿Y por qué precisamente a mí, únicamente?..
¬ Verás: En la sala de visitas te están esperando unas señoritas a la que deseo sirvas de cicerone para visitar el seminario. La acompañas y le muestras todo lo que tú creas que vale la pena, o que les puede interesar.
¬ ¿Pero por qué un servidor?
¬ No te preocupes por el tiempo de clase o de estudio que pierdas. Sé que te recuperarás fácilmente. ¿Qué estabas haciendo?
¬ Pues en el estudio.
¬ ¿Y?
¬ Haciendo una poesía – le enseña una mano con varios dedos cerrados – de pies métricos.
¬ ¡Ah! ¿Algún deber de literatura? Supongo.
¬ No señor: Estaba preparando algo que declamar en la hora a María de los alumnos de cuarto.
¬ Bueno. Bueno. Estás dispensado de estudio y clase, así que ya declamarás otro día tu poesía de pies métricos... Por cierto: Ya me la enseñarás.
¬ No lo olvidaré, Doctor; pero permítame que insista: ¿No es Sánchez Ibarra de último curso, el que como “Perfecto” se venía encargando de estas visitas?
¬ “Ibarra, está hoy muy ocupado con encargos de fuera. Eres el mayor de la clase y el más decidido; así que te mando a ti” Además te atañe directamente.
El doctor Altés habla suavemente, con unción, una sonrisa como mueca de hemipléjico, con la que endulza su autoridad de beato a medio canonizar; pero cuando manda o dice de hacer algo, la cosa es irrevocable; sin embargo, todos los maestros, como los seminaristas lo aman.
¬ ¿Entendido, Justo? Me parece que no estás muy por la labor...
¬ Sí Doctor Altés.
¬ Pues anda, ve en paz. (Le lanza una rápida bendición).
A tres pasos de su superior, Justo se vuelve y le pregunta:
¬ ¿Me cambio de ropa? ¿Debo vestir la sotana?
¬ No es necesario, hijo. En blusa de trabajo estás bien. –Una mirada rápida hacia el cuello de la camisa de Justo y rectifica: - En fin; si deseas asearte un poco, o cambiarte de camisa, puedes, excepcionalmente, pasar por el dormitorio.
Parece que ya lo ha dicho todo. Justo lo observa abrir la puerta de su despacho, y volverse de nuevo hacia él, que se está mirando los picos del cuello por debajo de sus gafas.
¬ ¿Y oyes? Enséñale todo: Los frontones, los patios, lo que podáis ver desde el patio pequeño, del huerto de las monjas, la tortuga. Ya sabes donde está ¿No? Mientras que los seminaristas estén en estudio, le enseñas también las dos capillas, y le explicas como procedemos, en las diferentes celebraciones.
¬ Como usted mande.
¬ Pensándolo bien, tú bajas al jardincito y las muchachas verán la tortuga desde el mirador, no sea que no estén muy ágiles para trepar por la pared.
¬ Como mande. Le contesta justo abrumado por tanta recomendación.
¬ Luego puedes enseñarle los diferentes sitios de paseo de los alrededores; Ehuu, los cercanos, claro: Como la font del GAT... En fin, te lo dejo a tu libre arbitrio.
¬ Cuando toquen a tercia, bajen al torno de los maestros, y recojan las meriendas, que pueden ir a comerse al “Montecillo”. No olvides de contarles la historia de los cartujos. Así como los orígenes de la Conrería y cómo llegó a ser Seminario Menor de la diócesis de Barcelona.
Otro gesto reprimido de bendición y la puerta del sancta sanctorum como le llamaban los seminaristas, se cierra suavemente.
Camino de la sala de visitas, Justo maldice su mala fortuna. Muchas veces ha hecho de cicerone. Otras tantas, ha contado cómo encontraron aquella tonta tortuga, y cómo la trajeron al patio terraza, donde le llevan hojas de lechuga que piden a las hermanitas cocineras.
Cómo los cartujos cedieron al obispado aquel caserón, otrora hospital, otrora “Conrer” y las otras muchas peculiaridades del seminario, sus patios, sus tandas de frontón, el torno milagroso por donde salía lo que pedías, como de lámpara de Aladino, y hasta el pozo de los leprosos que estaba a doscientos metros más abajo del último patio. Mas todas aquellas anécdotas e historias, bien vio que a más de uno aburrían. Hete aquí, que ahora, tiene que volver a contarlas, y justamente a “unas señoritas” que ni bajar parece que puedan al patio terraza.
¬ ¡Vaya, hombre! ¡Con la cantidad de cosas que tengo que hacer! (Se está dando excusas para no reconocer el leve interés que le despierta la inoportuna visita) Ahora que tenía casi terminada mi poesía, con pies métricos y todo...
No ha abierto los dedos, que retienen las últimas rimas que se repite mentalmente para no olvidar, mientras sube al dormitorio:
¬ “Tus tan sonoras notas, de armonías cuajadas” “ ¿Por qué se obstinan en estar calladas? Tus tan sonoras notas...” “ ¿Por qué no suenan ya?” ... (ver texto completo)
Diario de Justo en el seminario: Domingo 29 (Sin fecha de mes)
Espero visita: El domingo es un día alegre. No hay clases. Eso es primordial para los estudiantes. Se puede descansar. Practicar su deporte favorito. Se puede adelantar el trabajo de la semana. Se puede no hacer absolutamente nada. El domingo vienen las visitas; con ellas, una invasión de casaquitas, plises, faldas, gorritos de mil colores que en franca pugna con nuestras austeras sotanas, acaban por imponerse durante unas horas, produciendo ... (ver texto completo)
Estaba claro que los dos nuevos catalanes, avanzaban en sus proyectos. También que no todo el monte catalán era orégano. Tampoco que a todos los perros los ataban con longaniza.
Los giros demostraban bien, que la fama de roñosos de los condabarceloníes, no era afabulación castellana. Y que por aquellas tierras de Cocaña, de coca poca. Cañas sí. Pero ni para pescar servían. El tiempo de espera alargándose, por cada tres cartas de los emigrados, una de Fermina se cruzaba en dirección a la Ciudad ... (ver texto completo)
Capítulo 6 - 20 de enero del 55. Diario.

Estuve en casa. Hay mucha necesidad, y mucha gente que han venido del pueblo, al cobijo de mis padres. No pueden con tanta carga.
Di clases de matemáticas, con el señor Campmany (O Alemany, no recuerdo bien) pues este trimestre, me suspendieron. Me confié demasiado en mi capacidad de aprender.
Ha habido algunas novedades. Por fin le hablé claro al P. García: Su consigna, “Rezar y esperar” Me alegró el día. Estoy algo taciturno y no lo entiendo; tantos ... (ver texto completo)
Los sacerdotes profesores que con su sola presencia procuran quietud y calma a aquella turba turbatorum, toman por costumbre de ir y venir por el pasillo central. Y como en este primer curso hay más grandotes turbulentos que pequeños, se los instalan a mano en los primeros pupitres de cada hilada, historia de poder distribuirle al guna que otra “clatellada” ¿Es necesario precisar que a Justo lo pusieron en uno de estos sitios preferenciales?

A los alumnos le divertía “la mar” Subir al tercer ... (ver texto completo)
Como las clases de piano que ha solicitado Justo, y que retrasa el profesor Queralt ad calendas, hasta que intervino D. Pedro a favor del olvidado postulante. Y otros más desplantes que Justo, “écorché vif” intenta olvidar sin que antes no le vengan al peto otros desprecios. Quizás exagera Justo, siempre perdido en su mundo de contradicciones... Acaso el sacerdote resentido no entienda o no quiera entender sus ansias de amistad.
Es costumbre entre los alumnos, de dejar los libros y objetos que ... (ver texto completo)
Hoy vuelvo al segundo volumen, que habla de la instalación de los Panduro en Barcelona.
Capítulo – 13 Manuel y su hijo Loly se van a la ciudad condal.

Y Así, como ya se ha dicho, un día de marzo de 1945, Cuando más bonito estaba el pueblo, las amapolas abiertas, entornando sus pestañas entre los verdes trigales, el sol sacando el vaho de las tierras con sus plateados rayos y los lugareños despertando del letargo invernal; en el tiempo de los fusiles de palmera, de los repiones y los aros, el ... (ver texto completo)
Cap5
Capítulo. 5. Justo marchó al seminario.

Justo, se ha marchado ya, al seminario menor de Tiana. Eso está cerca de casa Antúnez. Bueno todo es relativo: Casa A. se encuentra cerca del mar, pero al sur oeste de Barcelona. Y La Conrería, está al Norte de Barcelona, después de Montgat, y pasado el pueblecito de Tiana. Hay que coger el tranvía 48 hasta la estación de Francia, allí un tren de cercanías, que echa el ciento y más en llegar a Montgat. Desde Montgat a Tiana, un tranvía de vía estrecha, ... (ver texto completo)
Hola Justo,

veo que sigue con sus escritos, no los puedo seguir pues tengo el ordenador en el taller, cuando me lo devuelban los leeré todos.

un saludo.
Hola Alfredo. Espero que las historias de los antepasados de Alconchel te gusten. Cuando llegue el momento, volveré a Barcelona y a las barracas de "Cantunis" Yo también me he cargado el ordenador del despacho! Pero como ya está bastante viejo, ya no pienso arreglarlo. De momento, sigo con el portátil.
Me gusta que intervengas, pues a veces me pregunto si alguien me lee...
Un saludo cariñoso, lector asiduo.
Aquellas gentes no eran de las que se sientan a comer o hablar alrededor de una mesa: La candela de la cocinilla era más íntima. Y sentados en unos banquillos hechos a la azuela, cada cual arrimaba los carbones a sus zuecos. Y Porfiando y gruñendo, pasaban el rato entre comida y cigarro, hasta que Juana se levantaba con aire de cansancio y cara de sueño, cogía un candil y después de ir al pajar a ver “la piedra” que anunciaba la lluvia, desaparecía arrastrando sus zapatos claveteados por el empedrado ... (ver texto completo)
Capítulo tercero. Los Pequeños.

En aquella casa, a quien no gritaba, nadie le hacía caso. Los únicos que recibían algún mimo eran los niños. Y como bien se sabe, al último al que más. Por aquel entonces el que había llegado último, y, además, en plena guerra civil, lo llamaron Justo. Así le pusieron en memoria de un tío paterno, caído por Dios y por España, y porque se topó de frente con unos rojos que andaban buscando curas y guardias civiles, para limpiar la Patria, decían, que era más suya ... (ver texto completo)
¬No me asegure Vd. Nada don Jesús. Ya sé que “Semos mu brutos” Pero como dice el refrán: “Lo de ser bruto no quita el ser valiente”
¬Eso no pega, D. Jacobo.
¬Vd. Ya me entiende. Y Dígame: ¿Cuál de entre ellos no es buen cristiano? Escoja Vd. mismo uno de muestra: Ese grandullón que le saca la cabeza a los otros.
¬Quién ¿Domingo?
¬Sí ése: Escúchelo Vd. Hablar y verá que no dice dos palabras sin mentar a Nuestro Señor.
¬ ¿Se está Vd. burlando de mí? ¡Ese tal Domingo no sabe decir más que palabrotas, por no decir blasfemias!
¬Bueno pero no me puede Vd. negar que cada dos palabras él, mienta a Dios.
¬Don Jacobo, lo que ellos quizás hacen inconscientemente, Vd. Lo está haciendo insidiosamente y a sabiendas que es ¡peor!
¬Dejémoslo así Don Jesús. Son todos buenas gentes. Los que no son de la cofradía de Jesús de Nazareno, es porque lo son de la hermandad de su Señora Madre. Y no me haga hablar, porque Vd. Sabe mejor que yo, que con cumplir una vez por Pascuas ya se es buen cristiano. Así que agradecido debería estar de verlos “manque” sólo sea para la consagración.
¬Ocasión por la que entran sólo para ver a las mozas.
¬Y en una de ésas ocasiones, Vd. me los casa, y se quedan los dos adentro.
¬Prohibiré por lo menos lo de las cencerradas de Pascuas.
¬Prohíba, Prohíba. Pero recuerde que Vd. Es el cura párroco; pero la iglesia la hicieron los bisabuelos de ésos muchachos sin malicia, que tanto le irritan…
Domingo, ajeno a la discusión del Alcalde y del cascarrabias de cura, seguía de mala gana la partida de vilorda que como de costumbre iba ganando Fermín Herráiz... Por más que le daba vueltas en la cabeza, no atinaba con el modo de decirle al padre de Juana lo que le estaba hirviendo en el corazón.
¬“Chacho” ¡Estoy hecho un ovillo! Parezco un grullo de un pié saltando al otro y sin decidirme en cuál me quedo… ¿Entro y me arrodillo al lado de ella? ¿Me voy pa casa y la espero en lo del sacristán?”
De pronto, con un respingo de los que tan bien lo caracterizaban, alargó una mano para recoger su “chambra” y salió corriendo para la plaza del Reloj.
Corrió sin querer pararse hasta la calle Mesones, y allí no se detuvo hasta llegar al número 4, la casa de los padres de Juana. La emoción y el miedo le hacían temblar las piernas cuando llamó al picaporte:
¬ ¡Hombre, Domingo! Espetó Doña Juana madre, Te hacía en misa...
¬Pues no señora, que he venido a hablar con su marido.
¬Lo siento, ha salido hace un rato camino del huerto. Quería poner unas guías a los guisantes.
¬ ¡Ah! ¿Han agarrado?
¬Todo acaba por agarrar, hijo. Con paciencia y perseverancia, todo...
¬Pues un servidor, con el permiso de Vd. “Agarro” y me voy “pal” huerto a ver si le echo una mano a su señor marido.
¬Eso está muy bien, “muchacho” Seguro que si le ayudas...
¬Pues con su permiso, antes de que me enfríe.
Mientras tanto, la pobre Juana, se pasó la celebración de la misa observando de reojo la puerta pequeña, por ver si veía a Domingo. La misa que ella esperaba de gloria, se transformó en una de réquiem, cuando el celebrante los bendijo:
¬Ite misa est.
No pudo decir “Deo Gratias”. Cabizbaja vino desde la iglesia a su casa, pensando:
¬“No me quiere, no me quiere...” “Ni siquiera ha entrado para estar a mi lado en el momento de consagrar.” “No hace más que mirarme de lejos o por encima de la tapia del patio.” - Con la matilla por encima de los ojos, trataba de disimular las lágrimas que le caían por las mejillas
¬ ¡Soy yo madre! Me quito el velo, y voy para la cocina - Dijo con desencantada voz, al entrar en casa.
 Güeeeno, le contestó Doña Juana. Pero no tardes que vas a tener visita.
En el huerto, el grandullón de Domingo al que por irrisión le pusieron de mote “el Pequeño” estuvo ayudando al padre de Juana todo el tiempo que duró la misa, el responso y el Ite. Pero no pudo articular palabra.
 Hace calor, ¿eh? Le decía con sorna el Señor Frasquito, al verlo sudar y danzar de un pié al otro.
¬Sí señor.
¬Coge esa tomiza y átame bien aquellas guías, antes de que se derrumben.
¬Sí señor.
¬Ve a por unas cuantas cañas...
¬Sí señor.
“¬ ¡Ah granuja!” Pensaba el señor Frasquito, “ ¡ya me la quitarás, ya! ¡Pero tu trabajo te va a costar!”
Domingo, totalmente desalentado decidió despedirse:
¬Bueno Señor Frasquito, sino precisa de mí, yo…
 Pero ¡hombre! ¿No vas a venir a hablarle un rato a Juanita?
Porque esas cosas no se hacían entre hombres, Domingo no se abrazó al Sr. Francisco; pero estuvo en un tris de que lo hiciera. Al oír Juanita desde la cocina lo que venía comentando su padre, y a quién lo decía, la palidez de sus redondas mejillas se transformó en un carmesí subido. Cuando entró en la cocina, revoleada en un iris llameante, sin mirar a Domingo se sentó junto a su padre:
¬Con su permiso padre. Hola Domingo. No te he visto hoy por la iglesia.
¬Me fui a echarle una mano a tu padre al huerto.
¬ ¡El pobre!” Pensaba Juana mirándose los zapatos, “Y yo que creía que no quería venir a verme.”
II – Juana y Domingo.
La boda de Juana y Domingo fue sencilla. Domingo se puso una chambra nueva, que para tal ocasión lucía la solapa bordada por fuera, atada con un lazo negro como el fajín, muy ajustado, por encima del pantalón de velludo, los blancos bordados de las perneras de la ropa interior asomándole por las hendiduras laterales metido éste en las polainas de las botas, con flecos de cuero fino. En la mano, un sombrero de fieltro negro con cinta veneciana. La novia, sus enaguas de rayas Burdeos y paño de Flandes a guisa de delantal. Medias blancas sobre bordados blancos. Botines del mismo color, y como capa un pañolón con bordados rojos sobre fondo negro que su madre había mandado venir de Portugal. Un velo blanco le cubría apenas sus sonrosadas mejillas. Entre sus dedos un rosario enredado y el libro de oraciones con una sencilla flor de almendro entre las páginas.
Salió el novio por la calle Nueva, para que le vieran los vecinos; Juana hizo lo propio por la calle Mesones. Pero cuando tornaron de la iglesia, Domingo se metió con ella por la casa de Juana, y sin detenerse, pasó al patio, aupó a Juana a la pared de la cerca, saltó al otro lado y la bajó al huerto de sus padres.
¬Hoy mismo, dijo a sus recientes suegros, tiro esta pared, y abro paso entre las dos casas: Ustedes. Pueden venir cuando quieran y su hija puede ir a su antigua casa, cuando le apetezca. Y como lo dijo lo hizo, forjando la felicidad de las dos Juanas que lo trataban de “burro” “cabezota” mientras se enjugaban lágrimas de pura alegría
Domingo y Juana, tuvieron 4 hijos en este orden: Fermina, Manuel Francisco y José. ... (ver texto completo)
Capitulo Segundo. 1892 – el Ferrol.
Son las 12 horas del día 3 de diciembre, en el reloj del comedor de una modesta casa de la calle María, cuando nace en aquel rincón de España un niño al que bautizan con los nombres de Francisco, Paulino Hermenegildo Teódulo. Nadie se enteró en Alconchel, ni en el resto de España. Y, sin embargo, con el tiempo, aquel nacimiento influiría muy poderosamente en el pacífico curso de las vidas de los españoles. También, y con un resultado catastrófico torció para ... (ver texto completo)
¬Menos mal que la noticia de la abuela enferma ha servido para algo. Ahora que papá no ha comido, tendremos más parte nosotros. Dijo a media voz.
¬ Son troncos de col. Y a papá ya sabes que no le hacen mucha gracia.
Le contestó Justo. A éste, le costaba trabajo recordar el rostro de su abuela Carlota. Poco roce había tenido con la abuela de Consuelito y María, las hijas de Antonio que esas sí que eran sus nietas, porque hijas de su hijo y huérfanas de madre; con lo cual nada de celos entre abuela y madre. Nada parecido con ellos que cuando iban a dar una vuelta por la calle Ramón y Cajal eran recibidos como potrancos en una tienda de cazuelas de barro. Pero viendo el aire contrito de su padre, le dio un poco de pelusa, y tuvo pena de aquel hombretón que tanto temía y que estaba viendo tan desvalido. Vagamente recordaba a su abuela, corriendo detrás de él con la escoba, porque le había pillado mirándole entre las piernas, cuando de cuclillas limpiaba la loza con arena y esparto en el patio. Imprecisamente recordaba sus regañinas, y absolutamente no, no recordaba un gesto de cariño de aquella vieja quejumbrosa, ni un regalo, ni una triste naranja por navidad... Nada. Así que si estaba por compadecer a su padre, tampoco le importaba gran cosa que aquella vieja se muriera o no. ¡Hombre! A él no le hacía desde luego sombra desde tan lejos. Aunque le molestaba que su padre demostrara tanto cariño a ella y tan poco a ellos y a su madre. Pero como ya estaba acostumbrado a ser “el del medio” Que lo quisieran o no, que fuera la quinta rueda de la carroza familial, ya le daba poco morbo. Él era solo aquel niño que recibía cogotazos de sus hermanos mayores, algún correazo de su padre algún tirón de pelos o pellizco de su madre, y casi todas las noches tres o cuatro sonoros besos de la misma, al ir a bordarlo en el camastro.
Manolito, aprovechó que su padre se había acostado, para encender un pitillo, que absorto por la noticia, chupeteaba insistentemente. Aunque la “Chón” lo estaría esperando, no osó a salir, por respeto anticipado del duelo de su padre.
La barraca se fue apagando a medida que sus ocupantes se iban a dormir. Daba como una impresión de lejanía; de precariedad, de asentamiento provisional.
Decididamente, el barro rojizo del pueblo seguía pegado a los talones de aquella familia de parias. Fermina mató alguna cucaracha rezagada en la cocina antes de apagar el carburador e introducirse en la cama matrimonial. Los chirridos de su estrepitosa instalación junto a su entristecido marido, fueron los últimos ruidos que se oyeron.
En el silencio de la noche, los ecos de los vecinos de detrás, se mezclan con el ulular de la “Boya” que advierte a los barcos de algún peligro en la costa. Cierta rala brisa se pasea intermitente por entre las tablas del techo y el cartón cuero; en algún pico, lo levanta y al caer hace un ruido de murga. A Justo que escuchaba el ocaso de aquel día, le recordó el clap, clap de las tijeras de su primo el peluquero de Alconchel.
La higuera que su padre había plantado en el pozo ciego del patio, que había crecido tanto, que había dado inclusive higos este año, rascaba en la arena del cartón cubierta, y a Justo le dio un vuelco el corazón: ¿Sería que su abuela ya se había muerto y estaba rascando para protestar lo que había pensado, que no la quería? O ¿Sería la propia higuera para reclamarle los higos verdes que le había robado? Se acurrucó en la litera, y se tapó la cabeza con el abrigo. Enseguida cambió sus pensamientos por sueños. Soñaba siempre con músicas de fondo. Con orquestas de armonios y con aleteos de cosas que revoloteaban a su alrededor. ... (ver texto completo)
A través de la facundia simplona de su hermano, comprendió que su madre, había estado a punto de morir. La alegría del nuevo y aventajado empleo de maquinista se le fue transformando en un rictus de contrariedad. Y la contrariedad en atrición. Manolo siempre había presumido de querer a su pobrecita madre más que a sus hijos y mucho más que a su mujer. Pero ahora que se anunciaba el momento de borrar aquel tan querido ser de la lista de los vivos, algún remordimiento le pellizcó con rabia el corazón. Se le empañaron las gafas. Se las quitó y limpió con el pico de la camisa más que dudosamente limpia, con lo que sólo consiguió emborronar los cristales. El señor Manolo no llora, se le han enrojecido los ojos, se le ha enturbiado la vista...
Pero de esa manera llora el señor Manuel. Porque sabe que aquel “Soplo” le repetiría tarde o temprano. Y que su madre morirá. Por eso y por la edad: Es ominoso. Y aunque no se da cuenta, qué esta pensando, se le pasan por la mente todas las cosas que no ha hecho como debiera con su madre. Aunque no pueda recortar los recuerdo con margen blancas de fotos, está, como todos los hombres en momentos así, sólo le vienen los malos recuerdos, los detalles que no tuvo con ella: Las cartas, breves, escasas, los besos de refilón, los “La quiero Madre” que tanto ansiaba ahora decirle. Y otro pellizco, le decía:
“Bien hubieras podido pararte en tus visitas entre dos puertas, a escuchar el babilleo de tu viejecita, tan obsesionada por la salud de sus hijos, siempre rezando para que no les ocurra nada malo, siempre pensando que si ella estaba presente nada les podría pasar. Que no vivía, sino para mantener sus propias vidas”
De pronto mira a Fermina. Con gesto de niño perdido:

¬Mi madre se me muere. Mi pobre viejita que no le hace daño a nadie...
Fermina se le acerca compungida intentado consolarle:
¬ ¿Pero qué dice tu hermano en esa dichosa carta? – le pregunta: Luego se olvida que “No ha abierto la carta” y añade: Pero, pero tu hermano dice que ya se le pasó. Que le dio un aire, pero que aparte la boca un poco torcida...
¬Sí pero esta carta trae feche del 10 de octubre y estamos a 26. Hace más de 15 días, y ¿Quién sabe desde entonces lo que ha podido pasar? ¿Y como puedo saber desde entonces cómo está mi madre? Y ¿Cómo voy a hacer para ir a verla? Precisamente ahora.
Como no seguía con la frase, intrigada, Fermina le preguntó:
¬ ¿Por qué precisamente? Esas cosas no se pueden prever.
¬ Precisamente ahora, que me ha salido un trabajo fijo.

II. – Los catequistas de Acción Católica.
La segunda vez que justo se acerca al grupo escolar Luis Antúnez, se lleva una libretita, en donde ha empezado a apuntar las cosas que cree importantes, que le suceden.
¬ ¿Y me quieres hacer creer que esto lo has escrito tú? Le pregunta con tono de absoluta incredulidad, el catequista a quién se lo muestra.
¬-Sí señor. Y la poesía también.
El catequista sonríe, releyendo la poesía.
¬ Bien, para ser una primera vez... ¿Quién te ha enseñado a hacer, asociar las palabras?
¬- ¿Quiere decir usted, eso de tenía con venía y cantó con calló?
¬ Sí, eso...
¬ Mi madre escribía villancicos para que los canten los vecinos por Semana Santa en el pueblo y yo me he fijado cómo lo hace...
¬-Bueno; pues ahora, cuentas las sílabas tónicas... Y... No me hagas caso. Sólo te voy a decir que cada línea de la poesía que hagas, tiene que ser igual de larga que la siguiente: Ejemplo: “Qué descansada vida,
La del que huyendo del mundanal ruido...
Espera muchacho: Ese ejemplo no vale. Pero la música sí ¿Escucha? Qué des-can-sa-da vi-da... ¿Lo captas?
¬-Euuuh. Pero eso de que sean iguales ¿Me lo explica?
¬-Espera que encuentre:
Rompió los negros nubarrones pardos,
La luz del sol que se ocultó en un cerro.
¡Ahora! lo ¿coges?
¬-Sí señor, eso está en un libro de Chamizo. Mi padre lo tiene. Nos lo lee a veces.
¬-Justamente. Es una poesía de chamizo. Pues mira: Lo que vas a hacer, es pedirle ese libro a tu padre, y vas copiando. ¡Cuidado! No las poesías; eso no lo copies, copias la música que llevan dentro Tú metes tu idea, con tu manera de hablar y copias la música, el tono, las largas y las breves…Ya sé, no entiendes, pero tú lo vas recitando, como si fuera una marcha militar…eu…A ver si lo entiendes. El domingo que viene, me trae otra poesía y me la enseñas a mí. Los catequistas están formando un grupo de avanzados catecúmenos. Con libros que se han traído de la ciudad, abren una biblioteca de la cual, nombran bibliotecario a Justo, y conservador a Llordi del Puerto Franco. De momento, Justo recepciona los libros: Tiene por misión catalogarlos y entregarlos después al conservador, que los prestará a quién se los pida. Escoge para leer él, “Los piratas del Mar Caribe”
III. - A Fermina le sonaron las campanillas cuando escuchó la palabra “fijo” Pero no era el mejor momento para pedir explicaciones. Estaban tratando el muy serio tema de la probable muerte de la Abuela Carlota, y el momento propicio para indagar aquella prebenda pasó, sin que Fermina pudiera retener el mínimo cabo. Despacito se arrimó a su marido y con sentimiento le dijo:
¬Es verdad: ¡Qué pena, Manolo! Ahora que venías con esa buena noticia, con ese empleo fijo... Y te viene esa carta. Pero tu hermano dice que ya está bien ¿No? Quiero decir que tu madre no está para morirse mañana ni pasado.
¬Y ¿Tú qué sabes? El caso es que yo tendría que estar con la pobrecita de mi madre, a su lado. Y mira dónde estoy. – Con grandes gesticulaciones señalaba el techo – Y mira de lo que estoy tratando: De un puesto de trabajo. Mi madre se me muere, y yo estoy tratando de razonarme de que no puedo ir porque tengo un puesto de trabajo fijo. – Con un brazo extendido hacia el sur este, y un dedo acusador seguía recriminando – ¡Y a más de mil kilómetros de lo único que ahora mismo me importa!
¬ ¡Oooy, Manolo! ¿Sólo tu madre te importa? Nosotros no somos nada. ¿Tus hijos no cuentan para ti? A mí me da lo mismo. Ya sé que quieres más a tu madre. Me lo has refregado muchas veces.
¬No quise decir tanto. No sabría que dedo cortarme que menos me doliera como tú dices; Pero mi madre ahora se me va a morir...
Manolo, desamparado, se hunde en su pena sin atreverse a apoyarse en aquel hombro que su mujer le ofrece y a la que sin querer ha ofendido. Corcovado, con los brazos colgando, se fue para el cuartucho y sin más se metió en la cama.
Un ángel atravesó la estancia (Quizá fue una mosca que muchas había) Los protagonistas de este evento, se quedaron en las posturas que tenían al abrir Manolo la carta. Marinita estaba en la mejor película que había visto ese año. La conversación, el drama inminente de esa muerte anunciada, la salida teatral de su padre, la ironía de saber que su madre sabía lo que decía la carta y lo bien que lo disimuló. Todo le gustaba. Las peripecias de la familia Trap – como su padre los llamaba – eran apasionantes. Marina-luz ponía cara de pena cuando pensaba que había que ponerla. Y se mofaba de cualquier incidente sin ningún respeto. ... (ver texto completo)
Con todo, hoy, venía contento; porque el maquinista de la Hispano Suiza había faltado al tajo por enésima vez, y él lo había sustituido sobre la marcha, pasando de la pala a la cabina de aquel trencillo que tanto le había hecho soñar. Como diera la casualidad, que por sus muchos años la Hispano Suiza tenía sus caprichos, y ya había fallado los días anteriores; no fue para menos que esta mañana se encasquillara en mitad del primer viaje.
Saltos de rabia daba encargado que no veía cómo paliar la ... (ver texto completo)
La apoplejía de Carlota, madre del señor Manuel y abuela de Justo, se la anuncia Antonio a su hermano Manuel por una carta que le llega dos semanas después del acontecimiento. Como en aquel Barrio de Casa Antúnez todavía no había calles completamente formadas, ni claramente nombradas, y que cada cual le ponía a la suya el nombre que le apetecía, el cartero, se subía en cualquier montón de ladrillos, preferentemente en las plazoletas, soplaba en un silbato, y pregonaba los nombres. La operación la ... (ver texto completo)
Hola: Cuando copié la poesía y la introduje en la narración, se me mezclaron las dos columnas en que estaba escrita, pues en este foro no se admiten dos columnas. Así que la he transcrito en una sola y así os la re envío:

Van pasando los días,
los años,
y el tiempo se va.
Vivir tú creías:
Engaño.
Que el tiempo se va.
Es lucha perdida,
a ganar la vida, ... (ver texto completo)
Enraonar es otra forma de parlar, quizá más culta o menos usitada del catalán.
Justo olvidaba preguntarle por la "cediula de tránsito" no lo habia visto nunca.

saludos.
Bueno Alfredo: Contesto a tus preguntas: La cédula de tránsito (Y no cediula, Se me escapó una letra más) Era necesaria para desplazarse cerca de alguna frontera Así, cuando quise volver al pueblo que está tocando la raya de Portugal, pasó por el tren un inspector que al no llevarla yo, tomo mis datos. De momento no hubo consecuencias; pero cuando fuí a sacar mi pasaporte de la comisaría central de Layetana, me sacaron una multa de 25 pts que tenía que abonar antes de recuperarlo.
Coquillo es una ... (ver texto completo)
1954.
El Sr. Rector, el Dr. Altés, es el director del Seminario Menor. Está paseando por el patio de los grandes, de la Conrería, con D. Pedro, D. Justo, Mossen Queralt Mossen Cases, Mossen Melús Mossen Campo y dos o tres otros Mossenes de los que no tratan los de 4º Curso:
¬ Está aproximándose la Onomástica de su Ilustrísima, dice el Dr. Altés, y os he reunido para que deis vuestra opinión. No sé qué podríamos hacer de novedoso que le agradara.
¬ Lo que hagamos, tiene que ser, tiene que salir ... (ver texto completo)
Hola Justo,

de momento sigo leyendo sus mensajes aúnque de serle sincero le tengo que decir que me interesan mas las cosas "de otro tiempo" como ud. dice tal como la maquinilla Hispano o la construcción del aeropuerto, que la propia vida de vocación seminarista.

una pregunta indiscreta, pero respetuosa: leí que firmaba Justo Panduro por un familiar guadia civil del mismo nombreque cayó en Barcelona en los enfrentamientos del golpe de estado militar pero ¿de que lado?

saludos
alfredo
En tiempos de la guerra civil, mi familia estaba dividida y en los dos bandos: Así, mi padre republicano y en el cuartel de Atarazanas de Barcelona, su hermano Antonio, guardia de asalto (Algo comunista) en el puerto de Algeciras (Creo) en andalucía, su hermano pequeño Justo Hernandez González (Al que pusieron en la lápida de la cruz de los caídos, por segundo apellido Panduro, Apodo de la familia, en un pueblecito de Extremaduro (Lo estoy averiguando) Y lo mismo sucedió en la familia de mi madre, ... (ver texto completo)
Bueno. Pues ahí lleváis una parte de la historia del Ex seminarista. Espero no cansaros con historias de otra éppoca. Mi ingreso en el seminario me marcó; es evidente, pues aún recuerdo casi todo lo que me sucedió en esos años tan felices de mi vida. Sigo? Saludos de Justo Panduro
II: +

Seminario Menor Diocesano de Barcelona: 20 de septiembre de 1953
Apreciados Manuel y Fermina Hernández: Apreciados en nuestro Señor:
El motivo de escribirles esta carta urgente, es para precisar, si hubiera lugar, que el alumno Justo, vuestro hijo, es esperado en este Seminario Menor, de Tiana, el día 25 del corriente, y que su incorporación deberá efectuarse a las 14 horas. Le adjuntamos la lista de pertenencias que debe traer. La dirección donde podrá recoger y depositar las mudas, ... (ver texto completo)
La poesía termina asi:
Habiendo vivido.
la vida... No más.
A propósito de palabras del terruño, ya encontrarás muchas en boca de los personajes de esta enmarañada historia: Saludos Juan Alfreo. Otro abrazo para tí.
I. -Las manías de Justo.
Siempre le ha gustado poseer cosas. Es su manera de afirmarse entre los suyos, que tantos son, sin necesidad de tener en cuenta a todos los allegados y ajenos que se les arriman. No es que tenga nada de gran valor, pero lo poco que posee, lo defiende a uña y diente de sus hermanos y de los que se le pongan por delante ... (ver texto completo)
Justo no se muy bien que quiere decir con "Me es imposible quitar todo lo que no es conveniente. Pero lo intentaré. No tendrá el mismo sabor." pero opino que no debe quitar nada se conveniente o no, pienso que como ud. dice "no tendría eñ mismo sabor".
Pues verás, amigo Alfredo: La Historia de un Ex seminarista, la envié al "Axiu de la memoria Popular de la Roca del Vallés, para concursar (Quedé finalista con cuatro más, pero el premio se lo llevó un colega de Malgrat copn su libro en catalán: Història de un regisor) Después, otro ex de san fost de camcentelles, me aconsejó que lo enviara a la bibloteca episcopal del seminario de barcelona, y por esa razón escribí esas líneas que no entiendes: Pensé que por corrección debía quitar ciertas historias ... (ver texto completo)
Por aquel entonces, el señor Manuel, a conseguido un puesto de trabajo en el aeropuerto del Prat. Contento de su suerte. (Pico y pala) ha podido pasar las chicanas del régimen franquista, que lo tenía fichado fuese adónde fuese en la península.
III. ¬ ¿Quieres acercarte conmigo al campo de aviación, para ver si hay algún puesto de trabajo para ti? - Plantea Manolo a su hermano Antonio.- Allí hay más de trescientos hombres haciendo cosas.
¬ ¿Qué cosas? Yo de oficios no sé gran cosa, aparte los pozos ... (ver texto completo)
LOS PANDUROS EN BARCELONA

Un miembro de esta familia va a descubrir su vocación sacerdotal

He intentado muchas de veces, dar por terminado esto que escribo: No consigo finalizarlo. Pero a través de mis notas, he descubierto, que he escrito mucho sobre, a cerca de, “El seminario Menor” o “La Conrería” de sus alumnos y profesores, y de los personajes que orbitaban alrededor de la institución conciliar. En Onofre, el señor Ventura, El enfermero limpiador de los dormitorios, las monjitas que ... (ver texto completo)
RECUERDOS DE UN EX SEMINARISTA.

De la Conrería (El maresme Barcelona)

Extraído del libro de “los Panduros”

Alguien dijo: “Solo sé lo que recuerdo…

Otro dijo: Ninguno da de lo que no tiene.
... (ver texto completo)
Hola Alfredo! Siempre es de agradecer que alguien encuentre bien lo que un aficionado escribe en este foro. Gracias por tu mensage. Claro que tengo mucho más escrito referente a mi estancia en el seminario; pero ante la ausencia de reacciones (Lo mismo da que sean buenas que críticas) de los otros foreros, se desanima uno de continuar enviando. En fin: Así va la cosa, y así continuará. Hoy, me han avisado de que tenía un mensaje y he venido a ver qué decias. ¿Te concierne en algo el seminario? O ... (ver texto completo)
HOLA. EXCURA.-
-- ¡Ostres! ¡Ostres!

Els meus Amics saben que no posseeixo ideologia ni religió. jo em definiria com Universalista pragmàtic proper a la metafísica, amb les meves pròpies idees.
SALUTACIONS.

DUC (buho)

WWW. ConcadeDalt. Cat
... (ver texto completo)
Hola Duc! s es d’agreir que cuansevol responda als meus messatges! Me dius que te consideres pragmàtic, jo fa temps que me demano de què religió o de qualles idees soc! Però això no es el motiu del meu massatge; el veritable motiu es que no veig bellugar-se vostre aforo; a més, diferentment del altres afores, no n’hi a un apartat que digui les temes visitats o més visitats del mes. I me demano: quantes persones llegissin els meus escrit? Val la pena continuar?
Perdona pero me paso al castellano que me cuesta menos escribir. Ya hace mucho tiempo que falto de Catalunya y aquí donde vivo sólo tengo un amiguete que habla valenciano. Gracias por manifestarte. Si me quieres decir algo por fuera del foro, este el mi correo: justo37@live. fr ... (ver texto completo)
El motivo de mi vuelta a vuestro foro, es por terminar de contar ciertas historias o sucesos de Illo Tempore, en los cuales los seminaristas son los protagonistas. Un libro. "Recuerdos de un seminarista" ha sido recibido en biblioteca episcopal del seminario de Barcelona. He recibido una carta de este organismo que dice así: Biblioteca Pública Episcopal del Seminari de Barcelona
diputació 231 - Tel 450 16 00 - 08007 Bcn.
Justo Hernandez - 45 rue des Bienvenus - 69100 - Villeurbanne.
Barcelona ... (ver texto completo)
Bueno: Soy JUSTO pANDURO: DESDE HACE CUATRO O CINCO MESES, VUESTRO FORO NO SE HA MOVIDO. ESO DEMUESTRA EL POCO INTERÉS QUE TENÉIS POR ESTE MEDIO. NI POR LEER LAS HISTORIAS QUE HOS HE MANDADO NI POR CUALQUIER OTRA RAZÓN O TEMA, PUESTO QUE NO CONTESTÁIS A NADA! lO DEJO ABIERTO HASTA EL SÁBADO, Y SI NO VEO MOVIMIENTO, CESO DE MANDAR Y DE IR A VER SI OTROS MANDAN ALGO. SALUDOS