Lugo, la más
antigua capital de
Galicia, debe su
fundación a la política expansiva llevada a cabo en época de Augusto con el fin de anexionar al Imperio
Romano el noroeste peninsular. Así, en
nombre del citado emperador, Paulo Fabio Máximo funda "
Lucus Augusti" (años 14-13 a. C.), sobre un campamento
militar instalado en torno al año 25 a. C. La
ciudad sería capital del
Convento Jurídico Lucense, en el que se integraba la Gallaecia
norte.
El topónimo Lucus, del que deriva el Lugo actual, procede del mismo término latino, que significa bosque
sagrado. También es posible que tuviese una raíz anterior, en el nombre del dios celta "Lugh", dios de la luz, al que se veneraría por estas tierras en tiempos prerromanos.
La
noche de Pascua del año 460 tiene lugar un sangriento episodio en el que los suevos consiguen hacerse con el poder de la ciudad, matando a su gobernador. Bajo su dominio, la ciudad jugó un importante papel como
centro religioso, siendo sede de célebres concilios. En el año 585 la dominación sueva dejaría paso a la visigoda.
A comienzos del
siglo VIII la ciudad fue asaltada y tomada por las tropas musulmanas encabezadas por Muza, aunque por poco tiempo, ya que en el 740 el monarca asturiano Alfonso I la reconquista y le encarga al obispo Odoario su repoblación. En los siglos posteriores la agitación
medieval continúa; la ciudad sufrirá nuevos ataques árabes (Almanzor en el 997), intentos independentistas frente a la monarquía asturiana, como el encabezado por el conde Oveco, así como luchas comunales contra el poder eclesiástico (revuelta de
María Castaña a principios del siglo XV).
La
entrada a la
edad moderna bajo el reinado de los Reyes Católicos viene acompañada de una época de calma, que se romperá en el siglo XIX con los ataques franceses (Guerra de la Independencia) y las Guerras Carlistas, sufriendo en esta época su
Muralla grandes daños.