Es cierto que, a medida que el tiempo pasa y las visitas al pueblo se distancian, quienes nacimos y/o nos criamos en Lagunilla cada día nos encontramos más desubicados; nuestros familiares más directos han ido menguando; las personas que un día conocimos y tratamos han ido desapareciendo; los que allí todavía quedan, se han hecho mayores; sus recuerdos sobre los acontecimientos de nuestra infancia o los han ido acaecido después de nuestra partida, son distintos a los que nosotros recordamos. El vivir ... (ver texto completo)