Zafra constituye una de las poblaciones más significadas de la región, y
centro natural de articulación de los territorios circundantes, de cuyo conjunto resulta cabecera indiscutible.
La población cuenta con 16482 habitantes, distinguiéndose por su actividad mercantil e industrial, cuya
tradición, conectada con una floreciente
artesanía, se remonta a los
siglos medievales. Su
origen es muy
antiguo, se remonta a la Prehistoria: la
sierra de El
Castellar guarda el origen de la población en oquedades decoradas con pictogramas; la cercana
ermita de Belén, la existencia de un castro de la Edad del
Bronce; y en los bordes urbanos, varias villae
romanas, que quizá rememoren aquella legendaria Segeda, a la que se quiere creer precedente inmediato de la
ciudad. Las primeras noticias fidedignas de Zafra son, sin embargo, medievales: una pequeña comunidad musulmana aparecía asentada en el
valle, cuando en el año 1241, las tropas de
Fernando III El
Santo, en su avance reconquistador hacia
Sevilla, tomaron el
castillo de El Castellar que la protegía desde lo alto del crestón.
El baluarte se corresponde, según ciertas interpretaciones, con el mismo Sajra-abi Hassam. De este controvertido Sajra, se trata también de hacer derivar el Zafra posterior. No será hasta el
siglo XIV cuando comience a adquirir un papel cada vez más preponderante en el sur de
Extremadura. El año de 1394 resulta ser un hito
histórico importantísimo para la ciudad, ya que entonces fue donada por Enrique III a Gomes Suárez de Figueroa, un adolescente que era camarero de la Reina e hijo del Gran Maestre de la
Orden de
Santiago. Igualmente discutida resulta la identificación del enclave con la supuesta Segeda túrdula, de la que, no obstante, deriva el gentilicio de segedanos con que se distingue a sus naturales. Sobre éste, se aplica familiarmente en la zona el de Churretines, en alusión al carácter diferenciado de un vecindario no
dedicado de manera preferente a la actividad agrícola, sino a la artesanal y mercantil. A partir del siglo XIX, el desarrollo de Zafra fue enorme. Así, todavía a mediados de esa centuria, el lugar en que hoy aparece el magnífico
Parque de la Paz, estaba ocupado por una
charca o
albuera de considerables proporciones, donde abrevaban los
ganados que acudían a los
mercados y rodeos. Aspecto que no puede ser pasado por alto, y consustancial con la tradición mercantil de la ciudad, es su
tradicional Feria de
Ganado de
San Miguel. El origen de este acontecimiento, inseparable de Zafra, data de 1453, siendo Juan II el que la concede, aunque previamente Zafra ya gozaba de dos mercados semanales, concedidos, uno en 1380 por parte de Juan I y otro por
San Juan en 1395. La
Feria de San Miguel es confirmada sucesivamente, en 1490 por los Reyes Católicos; 1510 por la reina Juana, y 1709 por Felipe V, que la concedió a perpetuidad. En la
actualidad esta Feria multisecular ha hallado su continuación, con nueva dimensión, en la Regional del
Campo Extremeño, acontecimiento de extraordinaria resonancia en el dominio no sólo ganadero, sino también industrial y comercial.
En 1882, Alfonso XII concedió a Zafra el título de Ciudad, con el apelativo de Muy Noble y Muy Ilustre. En consideración a sus contenidos, en 1965 la población fue declarada Conjunto Histórico
Artístico de Interés
Nacional, tratamiento que ya detentaba el
Alcázar desde 1931.
HISTORIA. Es pobl. antiquísima, que
figura en la geografía de la
España romana con el
nombre Segeda, y los honoríficos dictados de Restituta Julia, según Plinio, quien expresa haber sido esta Segeda fundación de los celtas lusitanos trasladados a la Beturia. Rodrigo Caro halló en ella una inscripción con el patronímico Segedensis. No asoma en la historia hasta la relación de las conquistas de San Fernando obtenidas sobre
moros: este rey la ganó en 1240, y fue repoblada de cristianos. En 1284 se contaba entre las c. y v. que componían el fondo dotal de la reina Doña
María, muger de D. Sancho IV. D. Gómez Suarez de Figueroa la compró a D. Enrique III y por privilegio de 28 de febrero de 1394 formó parte del ducado de Feria: con este título paró más
tarde en la ilustre
casa de Medinaceli. Gozó aun esta v. de grande importada y considerable riqueza; habitándola
familias muy distinguidas, que han procreado numerosos varones eminentes en las diversas carreras del Estado. El
escudo de armas de esta v. ostenta en campo dorado, una jarra azul con azucenas a la der.; y á Ja izq. un cast. sobre peñas. Han ilustrado su nombre sus ilustres naturales Fernando de Zafra,
señor de Castril y secretario de los reyes Católicos; Gómez de Rivera, escribano que actuó en la comisión de
Francisco de Bobadilla en la isla española con motivo de los desórdenes ocurridos en ella año 1499. Alfonso Ramírez de Prado, consejero de Castilla y autor de una obra inédita sobre el derecho de Felipe II suceder en la corona de
Portugal. Cristóbal de Mesa, insigne literato y poeta, cuyas copiosas obras merecen particular aprecio. El jesuita
Diego López también escritor distinguido en obras místicas. Juan Coles, autor de una obra inédita sobre el descubrimiento y la conquista de la Florida, en cuya obra fue su colaborador Alfonso de Carmona. D. Lorenzo Ramírez de Prado, consejero de Castilla y autor de muchas apreciables obras.
Pedro Ramírez distinguido teólogo y escritor. Rodrigo López de Segura, que escribió sobre el
juego de
ajedrez. D.
García de Silva embajador en Persia. D. Gómez Suarez de Figueroa, ob. electo de
Segovia. El poeta D. Vicente García de la
Huerta. D. Juan justo García, escritor notable en ciencias exactas y geografía. D. Juan Álvarez Guerra, enriquecedor del rico diccionario de
agricultura del abate Bozier. Los célebres
militares D. Fernando Jaramillo y Andrade, D. Tomás Ugarte y Liaño, D. Francisco Javier Venegas de Saavedra y D. Francisco Javier Fernández.
* Diccionario geográfico – estadístico - histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Pascual Madoz, 1848.