Casa de Diego. Puerta del Sol, 12. Fabrica de paraguas y abanicos, MADRID

El origen del abanico es algo incierto y se pierde en el tiempo. Se podría afirmar que se halla en épocas prehistóricas, cuando se descubre el fuego, y para avivar las brasas agitaban el aire con cualquier objeto a modo de abanico. Sí se sabe que fue empleado por egipcios, babilónicos, persas, griegos, romanos, chinos, incas o aztecas.
En España, las primeras referencias del abanico aparecen en la Crónica de Pedro IV de Aragón (siglo XIV), en la que se cita como oficio de los nobles que acompañaban al rey "el que lleva el abanico".
Los abanicos son, hoy día, uno de los productos más emblemáticos de España.
Aquí, en Madrid, tenemos un comercio tradicional que lleva 164 años dedicándose a la fabricación artesanal, venta y reparación de abanicos (además de otros productos como bastones, paraguas, mantones o sombrillas).
Fue en 1858 cuando abrieron sus puertas en la mismísima Puerta del Sol, si bien ya desde años antes estaban situados en la calle del Carmen, local que abrió Manuel de Diego, el fundador del negocio.
Este establecimiento ha conseguido sobrevivir todo este tiempo porque los abanicos y los paraguas siempre serán complementos prácticos, también por la calidad de sus piezas, todas ellas elaboradas a mano, y todo hay que decirlo, por el lugar tan emblemático de su emplazamiento. Los descendientes del fundador, han conseguido mantener vivo el encanto del local, ofreciendo siempre artículos de una calidad inmejorable y sin rendirse ante la comodidad de una fábrica que hace artículos en cadena y mucho más baratos.
A modo de curiosidad, se cuenta, que Casa de Diego ha realizado productos para todas las casas reales. Por ejemplo, el abanico que llevó Lady D el día de su boda era de Casa de Diego. Como también el que llevó la Princesa Leticia en la Boda Real.
El lenguaje del abanico.
El abanico siempre ha sido un elegante complemento femenino, pero también ha servido para comunicarse en aquellas épocas en el que la libertad de expresión de las mujeres estaba muy restringida. Cuando las damas de siglos ya pasados iban a los bailes eran acompañadas por su madre o por una señorita de compañía, con el fin de que éstas velasen por su comportamiento. Por lo que las jóvenes tuvieron que inventarse un medio para poder comunicarse con sus pretendientes.
Así, por ejemplo:
- Abanicarse rápidamente mirándote a los ojos se traducía como “te amo con locura”, pero si se hacía lentamente, el mensaje era muy distinto: “estoy casada y me eres indiferente”.
- Abrir el abanico y mostrarlo equivalía a un: “puedes esperarme”.
- Sujetarlo con las dos manos aconsejaba un cruel “es mejor que me olvides”.
- Si lo apoyaba abierto sobre el pecho a la altura del corazón: “te amo”.
-Si se cubría la cara con el abanico abierto: “Sígueme cuando me vaya”.
-Si lo apoyaba en la mejilla derecha equivalía a un “sí”, pero si lo apoyaba sobre la izquierda era un “no” rotundo.
Hoy día, por suerte, este tipo de comunicación está en desuso. Jeje.