BARCELONA: GUERRAS CARLISTAS (CAPITULO 2ª)...

GUERRAS CARLISTAS (CAPITULO 2ª)

Inmediatamente de su restauración al trono, a través de la intervención del Duque de Angulema, con la Santa Alianza, dicta un Decreto que publicaba en el Puerto de Santa María, mas feroz que el que dicto en Valencia, donde se iniciaba una época represiva, mas horrorosa, llamada “la Década ominosa” que estuvo vigente en España del 1823 al 1833, fecha de la muerte del rey.
Este movimiento contrarrevolucionario, se apartaría del entorno del rey Fernando VII, por la insatisfacción de muchos antiguos realistas, políticamente postergadas y el abandono económico que el rey tiene hacia ellos, aglutinándose por razones justificadas alrededor de la figura de D. Carlos, cuyo Infante cohesiona estas fuerzas sociales que se oponen al cambio revolucionario en la España de aquel entonces.
D. Carlos era el heredero al trono por las antiguas leyes borbónicas y se negó a reconocer el 1833, tras la muerte de Fernando VII, a su sobrina Isabel como heredera.
Las fuerzas realistas comprendieron ante este dilema, que D. Carlos era la representación idónea de sus intereses y no tuvieron otra opción que la sublevación armada.
Ya, antes de la muerte del rey Fernando VII, hubo algunos conatos de sublevación al conocerse la exclusión al trono del príncipe D. Carlos, pero a partir del año 1833, fecha del deceso del rey es cuando la rebelión armada tuvo más contundencia. El foco principal de la primera revuelta se sitúa en Vasconia, Navarra, con otros focos en Aragón, Cataluña y Valencia en menor grado en alguna zona aislada de Castilla, en referencia a Talavera de la Reina y Burgos.
La base social del voluntariado realista en apoyo del absolutismo esta en el campesinado, al que la revolución liberal burguesa le ha relegado a un empeoramiento de sus condiciones de vida en relación con el sistema parcelario o arrendatario o asalariado de las propiedades agrícolas, sin acceso a la nuevas formas de propiedad por la irrupción de la nueva clase capitalista. Está es la triste situación del campesinado abocado a la ruina en Vasconia y Cataluña.
En 1833, con la insurrección carlista se alinean con el partido de D. Carlos las órdenes religiosas (ordenes regulares, clero rural y cabildos) así como la alta jerarquía eclesiástica lo hace de forma solapada. Tambien se implican en esta lucha, un problema institucional no resuelto en el siglo XVIII, en referencia a las “peculiaridades forales” de ciertos territorios que

Julio Reyes Al-Mayriti