EL INVITADO (2ª parte)
Hubo un famoso forastero casado con una paisana, llamémosle G, de gorrón, de aquí en adelante, quiero citar sólo el pecado. Los fines de semana aparecía en su flamante Mercedes por el
pueblo y, por la tarde, como intuyese que había para asar, ya fuese por
señales inequívocas como ver a varios con bolsas
camino de la
iglesia, mañizos de la mano arrastrados por el pico, el haber escuchado una conversación previa en el
bar o cualquier movimiento de personas sospechoso, G asomaba
... (ver texto completo)