En la
sierra se escuchaba cómo un pito carpintero martilleaba sobre el tronco de un
árbol. Un mirlo corría y picoteaba aquí y allá, mientras un ruinseñor posado en unas zarzas derramaba sus trinos en aquel entorno, una oropéndola buscaba la mejor rama para colgar su
nido. La gineta después de una
noche de
caza regresaba al hueco del viejo roble. Las
aguas frías y cristalinas del regato el Cuco bajaban cantando al nuevo día de final de marzo. No lejos de allí, al lado de una peña entre jaras y romeros
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